La prensa nos habla estos días de las buenas intenciones de nuestros gobernantes respecto a la educación. No sé si se habrán puesto navideños pero el pasado día 1 de diciembre se ha aprobado la subcomisión que se encargará de la reforma educativa. El ministro Méndez de Vigo está que lo tira: Que no os gustan las reválidas, pues las quita. Que os pone la innovación, pues toma “actualizar las metodologías pedagógicas” (copio textualmente de los 15 ejes presentados por el ministro). Que no tenéis suficiente con no saber nada en inglés, pues ahora a no saber nada pero “en plan plurilingüe” (que diría un alumno de ESO). Y con tantas muestras de tolerancia y espíritu dialogante no les ha quedado más remedio a los demás grupos políticos que constituirse en subcomisión. Aproximarse unos a otros a ver si prende la cálida llama del cariño.
En 30 años hemos “disfrutado” de 7 leyes de educación sin dar tiempo a identificar sus fortalezas o debilidades. El resultado está ahí: un fracaso educativo incontestable. Por ello, dar estabilidad al sistema educativo parece una necesidad urgente...
Pero, ¿qué clase de estabilidad queremos? ¿Queremos la pertinacia en el error? ¿O queremos salir del fracaso educativo? Lamentablemente, la lectura de los 15 ejes (copia del borrador de pacto del ministro Ángel Gabilondo de 2010) no es como para sentirse optimista. No se habla de fomentar el conocimiento ni de reconocer el mérito ni de racionalizar los planes de estudio... En algunos de sus objetivos parece la carta a los Reyes Magos: “Proporcionar los conocimientos y competencias básicas para su desarrollo personal [el de los alumnos]”, “Garantizar el reconocimiento social del profesorado”, “Desarrollar un sistema estatal de becas al estudio”... ¡Vamos! Lo evidente.
Para empezar ya se han peleado por el nombre del pacto... y eso que aún no hay pacto. Lo van a llamar “Gran Pacto de Estado Social y Político por la Educación” según leo en la prensa. Creo que el nombre es un poco corto. Ya podían haber acordado algo más ambicioso como por ejemplo “Pacto Social y Político de la Nación de Naciones por la Mejora del Proceso de Enseñanza-Aprendizaje”.
Con estos inicios el acercamiento o bien termina en un frío beso de despedida para que todo quede igual (de mal) o bien en “cobra”. Y no sé qué es peor.
Hablan de “plurilingüismo”. ¿Se han parado un instante a analizar la ortografía del alumnado, no solo de primaria, sino de cursos superiores de la ESO, incluso de Bachillerato, de nuestro país?
ResponderEliminarSi cuesta mucho mucho hablar y sobre todo escribir correctamente el español, y la mayoría de chicos van mal en inglés,… ¿Qué queremos ahora? ¿Meter otro idioma? Y no digo que eso no esté bien.
En mi opinión creo se le concede más importancia a saber un idioma extranjero que ha saber. Evidentemente, está muy bien dominar un idioma extranjero (o muchos) pero sin olvidar lo esencial.
ResponderEliminarPor otra parte, llevamos ya unos cuantos años intentando que los chicos aprendan inglés y pienso que los resultados no están acorde con el esfuerzo realizado. Parece que no lo estamos haciendo bien... Habría que pensar mejor qué está pasando.
Nuestros vecinos portugueses son mucho más competentes en inglés que nosotros. ¿Cuál es la diferencia?