Vayamos por partes. Primero intentaré demostrar mi afirmación de que la razón debe embridar las emociones y luego hablaré del genio femenino.
A) Las emociones
Sentir miedo, curiosidad o cualquier otra emoción es algo natural, ni bueno ni malo. A veces las emociones nos ayudan y otras nos dificultan. Veamos un par de ejemplos.
Dice Elena, nuestra psicóloga, que la curiosidad nos impulsa a aprender. Y es cierto. Decían los antiguos griegos que la curiosidad está en el origen de la filosofía. Sin embargo, también podemos sentir curiosidad por conocer qué hace la vecina de al lado y eso ya no es tan bueno, es meterse en lo que no nos importa.
Algo semejante podemos decir del miedo. El miedo que sentimos sólo de imaginar que subirnos al pretil de un puente nos libra de sufrir una caída mortal. Sin embargo, el miedo a subir a un avión nos impide hacer cómodamente un viaje.
Como vemos, las emociones son como el viento en la mar: unas veces va a favor y otras en contra pero el rumbo lo debe marcar la razón que señala el lugar al que nos dirigimos.
B) El genio femenino
Mis amigas se han visto señaladas porque se ven a sí mismas como emotivas frente a lo “sosos” que somos los hombres. Ellas se ven intuitivas frente a lo racionales que somos los hombres. Ellas relacionan todo con todo cuando piensan mientras que nosotros solo tenemos abierta una “box” cuando razonamos. Ellas advierten unas diferencias que están ahí.
En realidad, no todo es blanco o negro. Hay hombres más emotivos que otros y más intuitivos que otros y lo mismo sucede con ellas.
Evidentemente el genio femenino es necesario. Por ejemplo, el conocimiento intuitivo es mejor que el discursivo. No en vano santo Tomás de Aquino (anteriormente escribí Aristóteles*) les asigna a los ángeles el conocimiento por intuición. Ahora bien, no todo puede ser intuición porque la intuición a veces falla. Ni todo puede ser tratado de manera concurrente porque se nos van a escapar cosas. Ni siempre hay que seguir las emociones como hemos visto antes.
En definitiva, creo que el genio femenino se debe completar con la “sosería” masculina. Así lo vemos en la naturaleza y parece que funciona bien. Pondré un ejemplo en el que soy protagonista. A mí me ha tocado hacer de padre y de madre. Pues bien, mis hijas mayores me regañan mucho porque con mi hija pequeña sólo hago de madre. Ellas creen (y tienen razón) que debería usar mi lado masculino con más frecuencia en la educación de la benjamina.
P.S.: El debate en la valla del cole nos ha llevado al tema del lenguaje inclusivo y, de rebote, nos ha hecho caer en la cuenta de que ya casi no quedan profesores hombres en el cole... Pero estos asuntos los dejo para otro día.
____________________
* NOTA (24 de febrero de 2018):
Hace unos días me asaltó la duda de si Aristóteles se ocupa de los ángeles o no y estuve investigando ya que no está bien eso de difundir errores. Al fin resulta que estaba equivocado. Aristóteles clasificó los tipos de conocimiento (discursivo, intuitivo) y describió cómo es el proceso del conocimiento. A partir de ahí, es santo Tomás de Aquino el que estudia a los ángeles y les asigna el conocimiento intuitivo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarhttps://www.guiainfantil.com/blog/familia/padres/padres-toxicos-que-pueden-destruir-a-sus-hijos/
Eliminar