martes, 10 de noviembre de 2020

La administración electrónica, ¿una utopía bienintencionada?

Autopistas de la información, sedes electrónicas, carpetas ciudadanas, certificados digitales, DNIs 4.0: todo un mundo de servicios digitales que pone la Administración al alcance de los ciudadanos con el fin (presuntamente) de facilitarles la vida.

La pandemia, presunta también y no soy negacionista, nos ha empujado a utilizar estos servicios sí o sí dado que muchos funcionarios están teletrabajando o, si esa no es la razón, porque alguien ha decidido que los usemos y punto. En mi caso, fiado de la bondad de los avances modernos, opté por solicitar los certificados digitales para todos los que dependen de mí y así estar en disposición de sostener una relación de igual a igual con las administraciones estatal, autonómica, municipal, etc.

Lamentablemente, la relación no ha sido como ingenuamente esperaba sino más bien como la de don Quijote con los molinos de viento. Para empezar, la carpeta ciudadana de mi hija mayor no registra ninguno de sus títulos y ofrece como excusa que "se han encontrado registros duplicados", un mensaje tan críptico como autoexculpatorio. ¿Qué significa eso de que están duplicados? Y si lo están, ¿a qué se debe? ¿Quién es responsable del error? De alguna forma, el mensaje parece señalar al ciudadano como culpable último del fallo, como si un simple mortal pudiera acercarse al computador central del ministerio X y duplicar sus registros.

Con todo, esto no es lo peor ya que todavía podemos esgrimir los títulos en papel, firmados y visados materialmente y cuyos números identificadores pueden ser comprobados. Lo peor viene cuando te requieren un papel en el plazo de 10 días hábiles que puedes presentar en la sede electrónica estatal, o en la autonómica, o en los registros físicos de "ventanilla única", etc. La oferta es enorme pero la realidad es que ninguno funciona. La sede electrónica estatal (https://rec.redsara.es/) está colapsada y no funciona, la autonómica requiere que el papel esté cumplimentado en un pdf especial que, evidentemente, el ciudadano ni tiene ni puede encontrar, la "ventanilla única" solamente atiende con cita previa por Internet pero el portal web que da las citas no funciona o da citas para después del los 10 días hábiles... Al final, te toca ir a correos y mandarlo certificado. Es decir, te toca usar los medios tradicionales.

Podríamos pensar que faltan medios o que hay ciertas deficiencias que se resolverán en el futuro pero no. Voy a pensar mal y ACERTARÉ. ¿Por qué el único acceso digital que funciona bien es el de la Agencia Tributaria? Porque con el dinero no se juega. Si las cosas "de comer" funcionan, las demás podrían funcionar.

Se dice que el gobierno por escrito fue obra de Felipe II. El rey se dio cuenta de que muchos de sus servidores públicos no le obedecían amparados en que las órdenes no llegaban con claridad o se interpretaban incorrectamente. Para solucionarlo, inventó los Registros. Toda disposición real era registrada por escrito con lugar y fecha de entrada y se remitía al destinatario una copia. De esta sencilla manera, el receptor no tenía excusa para eludir su responsabilidad.

Ahora, con la administración electrónica, quien elude la responsabilidad es la propia Administración. Vamos camino de un "Matrix" global bajo una gobernanza mundial. ¿Qué será de nosotros si esa gobernanza decide que no existimos? No nos quedará otra que huir a bordo de la nave Logos. No tendremos títulos, no podremos reclamar nada, sencillamente no existiremos.

Pondré otro ejemplo. A la vez que vivimos una gran incertidumbre sanitaria, los centros de salud se han vuelto inaccesibles, como si no hubiera más dolencia que el COVID-19. Si necesitas los servicios de tu enfermera o de tu médico habituales, te encuentras un personal atrincherado en la puerta del edificio que te impide un uso normal de las instalaciones. Si el servicio era necesario antes ahora lo sigue siendo, ¿no? ¿Qué está pasando?

Vamos camino de un mundo deshumanizado, sin contacto y dónde la existencia digital pende de la voluntad de alguien remoto, desconocido e inaccesible. ¡Esto es diabólico!


NOTA: Ya sé que son vehículos individuales y que la Domenica del Corriere no predijo en 1962 la crisis del COVID-19. No creo en Nostradamus ni soy un "conspiranoico"... aunque sí que existen intereses que alinean voluntades. La ilustración me sirve para evocar ese mundo deshumanizado sin contacto al que parece que nos hemos encaminado.


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