Hay un vicerrector en mi curro que, desde que lo nombraron, no para de recibir galardones: que si el premio "Sin ciencia no hay futuro" que otorga un periódico digital de Castilla la Mancha, que, como todo el mundo sabe, es el Silicon Valley español, pero en meseta; que si premio a la transferencia de conocimiento del Consejo Social de la universidad (para la que trabaja); que si la medalla de plata de la universidad (para la que trabaja); que si la mejor patente de la universidad (para la que trabaja)...
Es todo un ejemplo para las jóvenes generaciones de dedicación y sacrificio por el bien de la ciencia, de la docencia y, como no, de la gestión, que para eso manda en la universidad (para la que trabaja).
No sé, no sé. A mí me da un poco de grima todo esto. Se nota mucho. Se ve el plumero. Esto suena a sociedad de bombos mutuos. Seamos claros —que existe el derecho a la libertad de expresión, y más zancadillas de las que me pone, no me va a poner— este chico parece que se aprovecha de su posición de poder para mover los hilos de la universidad (para la que trabaja) en su beneficio. No digo que lo haga, digo que lo parece. Lo parece, que luego venimos con el honor y nos cabreamos. Ya sabemos que la mujer del César, además de ser honesta, debe parecerlo. ¿O no?
Da la sensación de que "sin premios no hay ciencia", más que "sin ciencia no hay futuro". Si realmente hubiera ciencia, no haría falta nada de esto. Si echas un vistazo a la producción científica del laureado vicerrector, las cosas no son tan brillantes y, además, se observa cierta decadencia, a pesar de que no paramos de ampliar el "equipo". A buen entendedor...
Lo de la medalla de plata es de traca. Se la autoconceden los que forman el equipo de gobierno. ¡Con un par! Es algo así como decir, "como lo hacemos todo tan bien, nos damos un premio". Es absolutamente anti estético, pero con una cara suficientemente dura, ¿qué más da? Si les recuerdas la cantidad de cosas que están mal, te dirán que no es culpa de su gestión sino de los de abajo que no comprendemos sus directrices o estamos poco comprometidos.
No obstante, lo de la patente sí que es de premio. En mi modesta opinión profesional, la aportación de la patente es irrelevante e incluso infantil, pero ha sido gestionada gracias al impulso (a buen entendedor...) de la propia universidad (para la que trabaja). Así cualquiera. Y sé de lo que hablo, que yo también tengo una patente (irrelevante, pero no infantil) y me la curré yo solito.
Lamentablemente, este chico ha salido a la palestra mediática por un caso de "Intercambio de sillones", algo un poco oscuro, que seguro que es fruto de alguna mente malintencionada y rencorosa, porque él está deseando dar el dinero de investigación a los mejores, no a los que le pueda convenir. Estoy absolutamente convencido de ello viendo la cantidad de premios que tiene.
Como digo, todo es muy poco estético. Da la impresión de que la universidad (para la que debería trabajar) es su feudo, su coto, la teta nodriza de la que chupar, sin dejar que nadie más mame, que no hay para todos.
Espero que cuando crezca un poco, porque aún es joven, se dé cuenta de que es un producto, construido por otro peor que él, que lleva toda la vida usándole.