martes, 1 de marzo de 2022

Si vis pacem, para bellum

Lamentablemente, esta entrada ha de hacer referencia a la locura de la guerra que se ha desatado en el corazón de Europa. No existe justificación alguna a la invasión de Ucrania. Un sátrapa enardecido por sus propios delirios de grandeza y borracho de adulación ha decidido materializar su vacío existencial llenando de dolor millones de vidas.

El título de la entrada, "si vis pacem, para bellum", corresponde a la máxima latina que significa "si quieres paz, prepara la guerra". Y, contra lo que alguna mente simple pueda pensar, no estoy haciendo gala de militarismo.

Creo que lo que está pasando era previsible, pero Occidente ha preferido no darse cuenta. Hemos permitido que crezcan estos peligros libremente, mientras nosotros vivíamos inconscientemente en nuestro estado del bienestar.

Europa, tan pagada de sí misma, ha decidido embarcarse en una "transición ecológica" basada en la compra masiva de gas natural a Rusia. Haciendo gala de una estúpida superioridad moral, ha engordado al monstruo mientras algunos países cerraban sus centrales nucleares, quedándose a merced de potencias extranjeras. Potencias, por otra parte, cuyo compromiso ecológico es nulo.

Otro tanto hemos hecho con China. Durante decenios hemos confiado la fabricación de todo tipo de productos en esta dictadura, aún sabiendo que se explotaba a sus trabajadores. El fin era hacer ricos a unos cuantos. A la vez, hemos formado a miles de jóvenes chinos en las universidades americanas, ya que eso contribuía enormemente a la financiación de esos centros. Ahora que se han hecho con la tecnología y han comprado nuestra deuda, somos nosotros los que debemos plegarnos a los designios del partido comunista chino.

¿Nadie se daba cuenta de esto? Sabemos que sí, todo está escrito. Lo que pasa es que eso de "para bellum", preparar la guerra, no da votos, es arduo, no suena bien.

Y, repito, preparar la guerra no se refiere solamente a tener listo un buen ejército, que también, sino a promover una sociedad equilibrada, basada en valores, en la que los conceptos de mérito, esfuerzo, capacidad, etc. no sean solamente palabras huecas.

¿Qué vemos en nuestros políticos? Allá donde miremos el espectáculo es deprimente. Pensemos en la exministra de Educación, Isabel Celaá, empeñada en resolver el fracaso escolar repartiendo títulos a alumnos con asignaturas suspensas. A modo de premio, se le ha concedido un retiro dorado como embajadora de España ante la Santa Sede, aunque no pertenece a la Carrera Diplomática. Esta señora no tuvo ningún rubor en afirmar que repartir aprobados era fomentar la excelencia.

No podemos olvidar a Manuel Castells, exministro de Universidades, laureado profesor universitario famoso por su deprecio al conocimiento memorístico e indulgente con los alumnos que copian en los exámenes

Y terminaré con Pilar Alegría, la actual ministra de Educación, que nos lleva por el mismo camino, quitando los exámenes de recuperación y limitando las posibilidades de repetir curso.

Llevamos mucho tiempo rebajando la exigencia académica, adormilados, pensando que la vida muelle que nos hemos dado y nuestro pensamiento ingenuo nos van a librar del mal, y no es cierto. Y lo peor no es que nos engañemos como tontos. Lo peor es que engañamos a nuestros jóvenes.

Si vis pacem, ESTUDIA, no seas primo.




2 comentarios:

  1. Hola Rafa.
    Muy buena entrada.
    Lo que yo creo es que los alumnos que se esfuerzan por pasar de curso y aprender, ahora están al mismo nivel que los que no se esfuerzan y les regalan la nota por pena. Eso conlleva que se les deje de premiar a los que trabajan.

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    1. Efectivamente, pero lo realmente perverso es que hemos llegado a esta situación de la mano de los que nos gobiernan. Ellos, los poderosos, los que pueden trabajar por el bien común, han hecho dejación de sus deberes y responsabilidades, sometiendo a la juventud a la peor de las esclavitudes, la de la ignorancia. Además, de tanto aflojar la exigencia, han terminado por hacer perder la voluntad de los jóvenes, que se hayan perdidos y sumidos en la indolencia en muchos casos.
      Nuestros líderes han abdicado de su deber moral y revertir la situación traerá mucho sufrimiento, como la guerra.

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