martes, 14 de octubre de 2025

¡Qué afición le hemos cogido a engañar a los jóvenes!

"Todos los que estáis en la universidad habéis entrado por méritos propios, y con una capacidad contrastada para poder, no solo iniciar unos estudios universitarios, sino para finalizarlos." Esto afirma tajante Jorge Pérez Serrano, vicerrector de Estudios de Grado y Acceso de la UAH, en la newsletter Sigillum Nostrum, un boletín, recopilación de insulsas noticias, que se distribuye semanalmente a mayor gloria del necio postureo institucional impulsado por el actual rector, cuyo mandato agoniza con más pena que gloria, tan flaco en logros como ayuno de ideas.

Si Jorge Pérez quiere decir que todos los alumnos de nuevo ingreso han superado los requisitos que establece la ley para acceder a la universidad, entonces les doy la razón. ¡Faltaría más! Estaría bueno que hubiera enchufes, recomendaciones y privilegios en la universidad pública... tanto entre alumnos como entre profesores y gestores...

Ahora bien, lo de la "capacidad contrastada" ya no está tan claro. Las evidencias nos muestran que los estudiantes vienen con serias carencias, que sus conocimientos no son los esperados y que sus capacidades dejan mucho que desear. Recientemente hemos podido leer en la prensa el caso de Álex Torío, profesor de enseñanzas medias, que denuncia que se fuerce que aprobar a todo el mundo. La cosa no es de ahora: ya en el 2028 escribí sobre el particular.

La percepción del profesorado universitario es que los chicos vienen cada vez peor preparados y que cuesta un esfuerzo titánico conseguir que alcancen el nivel adecuado. Entonces, ¿es que Jorge Pérez no habla con los profesores? ¿Es que vive aislado en la burbuja de su despacho?

Y lo de poseer la capacidad necesaria para finalizar los estudios universitarios también tiene su miga. Entre los profesores se da por verosímil una leyenda según el cual lo difícil es matricular a una vaca, pero una vez conseguido, la vaca titulará.

Cabe preguntarse qué pretende el vicerrector con su cursi mensaje. Este tipo de consignas lo único que consiguen es distraer, desactivar, adormecer y engañar. Para los jóvenes, los estudios universitarios deberían ser un reto estimulante, no un paseo cansino. Recuerdo mi primer día de clase en la asignatura de Física General, en el que el profesor nos animó a estudiar duro y pronosticó que no todos terminaríamos la carrera, como efectivamente sucedió. No era adivino, sólo tenía sentido común... y un grandísimo conocimiento de su materia, que ya quisieran para sí muchos catedráticos de hoy en día. Conocimiento que desplegaba tiza en mano, sin papeles, notas, diapositivas ni zarandajas innovadoras.

Que le hemos cogido gusto a engañar a los jóvenes es una evidencia. Va para tres años que Daniel Arias Aranda, catedrático de la Universidad de Granada, publicó su ya famosa carta "Querido alumno universitario: Te estamos engañando", a la que siguió un libro que profundiza en el tema.

El halago desactiva, lo fácil desincentiva. En el fondo, se trata de la trampa del "do ut des" que denuncio en la entrada previa: "te apruebo, te lo pongo facilito y tú, querido alumno, dejas que me dedique a lo mío", parecen estar diciendo todos estos mentirosos.

Citaré un fragmento de Los gozos y las sombras I. El señor llega, de Gonzalo Torrente Ballester

“Carlos se acercó y leyó:
    »¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
    »E, inmediatamente, el recuerdo de los versos restantes le vino a la memoria, y, con él, la clase de Literatura en el Colegio de jesuitas de Vigo. Apartó el libro y siguió recitando:
    »¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
    »que a mi puerta, cubierto de rocío,
    »pasas las noches del invierno, oscuras?
    »—¿Lo sabe? -Claro. Soy bachiller.”

Un bachiller de no hace mucho se sabía este soneto de memoria. Hoy, difícilmente, encontraremos uno que sepa que es de Lope de Vega.

Estafamos a los jóvenes en la enseñanza, un fraude que les resta oportunidades y, por tanto, les condena a la mediocridad. Pero no sólo en eso: les hemos escondido los valores, para que vivan de sentimientos y opiniones; y les hemos colocado una deuda publica inasumible, para que paguen la fiesta que nos estamos dando a su costa... Una traición es moral y la otra material, pero hablaremos de ellas otro día.