Poco a poco vamos cambiando profesores por proyeccionistas, es decir, personas que manejan un proyector de cine o, para ser precisos, un reproductor de vídeo. Bonita manera de ejercer el trabajo docente. Descansada, a lo menos. E innovadora, que todo hay que decirlo.
Ayer vino Miguel de la universidad, de tercer curso en la UCM, absolutamente decepcionado: la clase de una profesora había consistido en ponerles una película. Sin comentar nada, sin explicación, tal y como si vas a ver la última de Dwayne Johnson a los multicines del centro comercial. Como bien dice él: "para eso la veo en casa y me ahorro el viaje". En su opinión, esa profesora no tiene nivel y no debería estar en la universidad. Le creo, lo compruebo a diario. Ya lo denunció hace un año Daniel Arias Aranda, y lo ha hecho ahora de nuevo en su magnífico libro, "Querido alumno: te estamos engañando". Pero esto sólo lo pueden remediar los principales afectados, los alumnos, que deberían protestar y reclamar lo que es suyo.
La plaga de proyeccionistas está mucho más extendida en los institutos. Almudena sale a uno o dos vídeos por día lectivo. Al final, es una manera burda de pasar las clases sin dar un palo al agua. Evidentemente, son pocos los padres que protestan y menos aún los estudiantes, pero es que el profesor tiene una responsabilidad social y moral, que nadie tendría que recordarle.
La educación basada en imágenes es un auténtico desastre. Lo he comentado en otras ocasiones, pero ya nos lo dijo en el año 1953 Ray Bradbury en Fahrenhet 451. En esta novela, en la que se nos muestra un mundo distópico, los libros están prohibidos y los bomberos se encargan de quemarlos. La educación de los niños se realiza a base de películas y programas de televisión.
A continuación, copio algunos párrafos que me parecen muy elocuentes. No perdamos de vista que están escritos hace 70 años... ¿aprenderemos antes de que el mundo descrito en la ficción se haga realidad?
Sobre la falta de exigencia y la enseñanza orientada a producir ciudadanos que no piensan:
"Una hora de clase por televisión, una hora de baloncesto o de béisbol o de carreras, otra hora de documentación sobre historia o pintura, y más deportes, pero ¿sabe?, nunca hacemos preguntas, o por lo menos la mayoría no las hace; sólo te dan respuestas, pum, pum, pum, y nosotros sentados ante el televisor durante cuatro horas más recibiendo clases grabadas."
“–Se acorta la escolarización, se relaja la disciplina, se abandona la Filosofía, la Historia, poco a poco la Gramática y la Ortografía se descuidan y finalmente se ignoran casi por completo. La vida es inmediata, el trabajo es lo único que cuenta, y el placer lo ocupa todo después del trabajo. ¿Para qué aprender algo que no sea apretar botones, mover interruptores, ajustar tuercas y pernos.”
“Organiza concursos que se puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares o los nombres de las capitales de los estados o cuánto maíz produjo lowa el año pasado. Llénalos de datos incombustibles, abrúmalos con información hasta que se sientan atiborrados pero «inteligentes». Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía. Cualquier hombre que pueda desmontar un panel de televisión y volver a armarlo luego, y, en la actualidad, la mayoría de los hombres pueden hacerlo, es más feliz que cualquier otro que trate de medir, calibrar y sopesar el Universo, que no se dejará cuantificar ni medir sin hacer que nos sintamos primitivos y solos.”
Sobre la metodología basada en imágenes, que nos ofrece las ideas ya "pensadas", listas para incorporarlas a nuestro ser sin discusión:
“El televisor es «real». Es inmediato, está ahí y tiene dimensión. Te dice lo que debes pensar y te lo dice a gritos. Debe de tener razón. Parece tenerla. Te hostiga de forma tan apremiante para que aceptes tus propias conclusiones que tu mente no tiene tiempo para protestar, para gritar: «¡Qué tontería!»".
“Pero ¿quién consigue soltarse de la garra que lo sujeta una vez se ha instalado en un salón con televisor? ¡Lo moldea a uno a su antojo! Es un medio ambiente tan auténtico como el mundo. Se convierte en la verdad y es la verdad. Los libros pueden ser combatidos con argumentos.”
A los proyeccionistas hay que añadir el grupo de los "cuidadores de sala de estudio", que dedican su tiempo docente a dejar estudiar en clase las materias de otros profesores, para que los alumnos terminen (o empiecen) a preparar exámenes.
ResponderEliminarDe esta forma tan ingeniosa se libran de dar su clase, acrecientan su fama de enrollados y fomentan la indolencia y la falta de responsabilidad entre sus estudiantes. ¡Genial!
Luego nos sorprendemos de la falta de resiliencia de nuestros chicos, de su infantilización y de su falta de nivel académico...
¡Ah! Los "cuidadores de sala de estudio" cobran como profesores y trabajan sólo de mañana, que por la tarde no tienen que preparar clases.