Hace unos días me mandó Javi este breve pero interesante ensayo titulado The importance of stupidity in scientific research cuyo autor es Martin A. Schwartz, reputado profesor de Medicina, Ingeniería Biomédica y Biología Celular.
Me quedo con un par de ideas de su ensayo. La primera es sobre la docencia: "The point of the exam isn’t to see if the student gets all the answers right. If they do, it’s the faculty who failed the exam. The point is to identify the student’s weaknesses, partly to see where they need to invest some effort and partly to see whether the student’s knowledge fails at a sufficiently high level that they are ready to take on a research project."
Así lo siento yo, el objetivo del examen no es ver si el estudiante acierta todas las respuestas. Si así fuera, es que el examen estaría mal diseñado. El fin del examen es ayudar a identificar las debilidades del alumno, para establecer dónde hay que realizar un esfuerzo adicional.
En definitiva, los exámenes son un recurso docente más, que ha de ser bien utilizado. Muchos de nuestros neopedagogos lo utilizan tramposamente para que sus estudiantes acierten todas las respuestas y así puedan colgarse la medalla de "profesor de alto rendimiento", eufemismo moderno para denominar al profesor que aprueba a todo el mundo. Ellos proclaman la genialidad de sus métodos con el único aval de unos "magníficos" resultados que no resistirían la prueba del algodón de una reválida externa.
La segunda idea es sobre la investigación: "[...] I don’t think students are made to understand how hard it is to do research. And how very, very hard it is to do important research. It’s a lot harder than taking even very demanding courses. What makes it difficult is that research is immersion in the unknown."
Investigar es duro, muy duro, como dice Schwartz, y no es fácil de justificar la producción científica de muchos de nuestros investigadores actuales. ¡Algo falla! Dice Joan Subirats, ministro de universidades: “Una persona que hace un artículo cada tres días es algo complicado de entender”. Ya publiqué sobre el tema en 2019, la articulitis, y desde entonces la cosa no ha hecho sino empeorar.
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