Sin embargo, el rector no ha dimitido de su cargo ni parece que lo vaya a hacer según se puede leer en el diario EL PAÍS. Este medio cita a un profesor que prefiere permanecer en el anonimato y que afirma que la Universidad Rey Juan Carlos “es una universidad con una red clientelar muy fuerte”.
No es por ser agorero pero que nadie piense que la universidad es un mundo feliz, angelical, beatífico, etc... como pretenden hacernos creer las evocadoras fotografías de sus páginas web. Lo de la “red clientelar muy fuerte” no es un mal exclusivo de la URJC... y no diré más porque yo no estoy en el anonimato...
El bochornoso caso de presunto plagio del señor Suárez Bilbao es una manifestación esclarecedora de diversos males que aquejan a la universidad. Empezando por el perverso sistema de promoción.
La carrera profesional de un profesor universitario se rige casi exclusivamente por los méritos en investigación. Y estos méritos se miden por el número de publicaciones en revistas indexadas en el listado del JCR. Esto ocasiona que el profesorado dedique su tiempo y su esfuerzo a conseguir esas publicaciones abandonando algunas veces cualquier otra tarea o dedicándole un empeño residual.
Como conseguir publicaciones científicas de calidad no es nada fácil y como la naturaleza humana es débil, no es descabellado pensar que puedan buscarse atajos. Como no estoy en el anonimato, tengo que aclarar que yo no conozco a nadie que haga nada presuntamente incorrecto... pero tampoco se puede descartar que se monten grupos de investigación dónde unos trabajan y todos firman, que se busquen temas de trabajo que tengan asegurado el éxito (aunque no contribuyan al conocimiento), que se cocinen datos para que el artículo de investigación sea aceptado o que alguien pueda caer en la tentación de plagiar...
¡Ah! También me han contado (aunque no sé si creérmelo) que hay cierto tráfico de influencias: “yo pongo tu firma en un artículo y tú haces algo por mí...” Y ¡ahh! También he oído que si tienes cargos de gobierno te los convalidan por méritos de investigación. ¡Vamos, que te toca el gordo!
Evidentemente, hay mucha gente que trabaja bien. ¡Faltaría más! Y seguramente los garbanzos negros son menos que los buenos. Ahora bien, también es verdad que algunos que pueden hacer algo ven y callan, saben y miran para otro lado.
Y alguien dirá: “¿Pero ustedes no se dedican a dar clase?” ¡Buena pregunta! Eso es lo que yo creía. Pero parece que no. Ahora nos tenemos que dedicar a investigar. Pero, preguntarán: “¿Y las clases?”. Las clases son lo de menos. Ya no importa que seas especialista en un área de conocimiento (con todo el esfuerzo que eso conlleva) y que transmitas esos conocimientos a los alumnos. Ahora lo importante es que los chicos sean felices (te valoren bien en las encuestas) y apruebe el porcentaje que se vea conveniente... Sí, sí, ¡como lo lee!
Cuando yo estudiaba (hace mucho, mucho tiempo), en primero de carrera nos daban clase los catedráticos y nos apretaban para que estudiáramos. Ahora, (me cuentan que) algunos catedráticos están escondidos impartiendo asignaturas optativas en últimos cursos y cazando a estudiantes que les hagan los artículos para el JCR.
Por todo esto, lo del rector de la URJC es sólo la punta del iceberg y lo de la red clientelar... ¡pues eso! ¡El que pueda entender que entienda!