domingo, 8 de enero de 2023

El burlador burlado

Hace ya más de seis años que comencé este blog y lo hice con una entrada dedicada a la magnífica representación de El perro del hortelano de Lope de Vega que ofrecía por aquellas fechas la Compañía Nacional de Teatro Clásico en el Teatro de la Comedia. En aquella ocasión disfrutamos de lo lindo del espectáculo dirigido por Helena Pimenta, que, con acierto, supo conjugar el respeto al texto con la precisa dosis de innovación, tal y como exponía en dicho post.

Pues bien, hoy quiero hablar de El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, programado entre el 30 de septiembre y el 13 de noviembre pasados, también en el Teatro de la Comedia, de cuya dirección era responsable Xavier Albertí y que me pareció indignante. No puedo comprender por qué hay que modificar el texto original para colocar morcillas que nada tienen que ver con el espíritu primigenio de la obra. En cierto modo, me parece una estafa.

Eso de que el director de la representación se arrogue el derecho a presentar su “versión” ya es sospechoso. El público quiere ver a Tirso de Molina, no al director de turno, cuyo trabajo debería circunscribirse a la conducción de actores y a la coordinación de escenografía, vestuario, iluminación, etc. En este caso, si Xavier Albertí cree que tiene una buena idea para un espectáculo dramático, le animo a que lo escriba y busque dónde pasar la función, pero que no utilice un texto consagrado como caballo de Troya para llegar al público.

La verdad es que el programa de mano ya facilitaba algunas pistas de lo que podía pasar. Todos conocemos el mito de Don Juan, seguramente el arquetipo más universal de la literatura española, un seductor audaz que no respeta ni a hombres ni a Dios, que no teme acudir al convite de un muerto y que finalmente se condena o se arrepiente, según versiones. Sin embargo, para Albertí es una mirada hacia la violencia ejercida sobre el cuerpo de las mujeres que, a la vez, hacen uso de él libremente, y también es una reflexión sobre la mercantilización precapitalista, las economías urbanas y la desposesión de la propiedad de los cuerpos, y también tiene algo que ver con Amber Heard y Pinochet, e incluso la descolonización… ¡Cuán vasto me lo fiais! Un popurrí de ideas inconexas que poco tienen que ver con El burlador de Sevilla y quizá mucho con el afán de protagonismo de este director.

Espléndido está Rafael Castejón, como siempre, especialmente en el pasaje en el Don Gonzalo de Ulloa describe Lisboa. Y también están bien el resto de actores y actrices, aunque algunos de ellos interpretan demasiados papeles lo que, unido al vestuario extemporáneo y a la escenografía minimalista, puede inducir a que el espectador se despiste en ocasiones.



NOTA (15 de febrero de 2023): Un amable lector me ha hecho saber que en el día de ayer se publicó un artículo de Carmelo Jordá titulado "Ernesto o la importancia de respetar a los clásicos", que aborda el mismo tema que esta entrada.



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