lunes, 30 de octubre de 2017

Las hojas del rábano

Escuchaba hace unos días a alguien que declaraba la absoluta importancia que debe tener la “internacionalización” en la universidad. Palabra tan larga como vacía pero evocadora al fin y de sonido muy innovador.
¿Qué es eso de la internacionalización? Quizá que los alumnos vayan de Erasmus, que los profesores vayamos a congresos a las islas griegas o... ¡vaya usted a saber! Por cierto, es lamentable la tontada de valorar un congreso en el extranjero más que uno dentro de nuestras fronteras cuando todo el mundo sabe que hay empresas especializadas en el turismo de congresos. Habrá que ver cada caso, ¿no?
Vivimos un auge epidémico de la impartición en la universidad de asignaturas en inglés sin importar los contenidos y menos aún si tanto el profesor como los asistentes sólo chapurrean el idioma de Shakespeare.
Sorprende que a la vez que se promueve esa internacionalización sea realmente difícil (en la práctica imposible) la movilidad del profesorado entre las universidades españolas.
También está de moda fomentar las competencias para el trabajo en equipo, la capacidad de liderazgo, el ranking ecológico y cosas similares… mientras una cantidad alarmante de alumnos son palmariamente incompetentes en el cálculo infinitesimal.
Ciertamente todo eso está muy bien pero es como las hojas al rábano. El conocido refrán español alerta contra la tentación de quedarse en la superficie olvidando lo importante. Y lo importante en la universidad es el conocimiento, el conocimiento superior y no otro. Que para eso se inventó la universidad y no para la “empleabilidad” (otra palabra vacía).
Nos hemos cambiado el título y ahora somos el EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) pero estamos más interesados en las hojas que en el bulbo olvidando lo esencial para quedarnos con la apariencia. En la práctica vamos de cabeza a convertir la educación superior en educación de andar por casa.
Y lo mismo podríamos decir de la escuela. Esta debe ser inclusiva, integradora, abierta, plural, laica, fuente de felicidad y atenta a las emociones… pero del conocimiento ni una palabra… ¡eso puede esperar!