miércoles, 23 de noviembre de 2022

La sociología como fuente de (no) verdad

No descubro nada nuevo si afirmo que la sociología está de moda. Cada día los medios de comunicación nos presentan los resultados de una nueva encuesta: la intención de voto, los hábitos de consumo, si gastaremos más o menos en Navidad… Los nombres de las empresas que hacen estos trabajos también nos resultan familiares: GAD3, Kantar, SIGMADOS, etc. o los mismísimos servicios públicos CIS y EUROSTAT.

Lamentablemente se han hecho habituales las invitaciones a participar en sondeos relacionados con proyectos de investigación de sesgo tecnológico. Dudo mucho de que tengan un verdadero interés técnico, pero comprendo que es más sencillo guisar un artículo “científico” en la cocina estadística de rutinas de uso y opiniones, que ponerse a hacer ingeniería de verdad.

Con todo, lo que más me llama la atención es la veneración que algunos profesan a estos datos. Dicen, sin rubor, que son objetivos, cuando su naturaleza es absolutamente subjetiva: son, sin duda, opiniones o hábitos de sujetos individuales.

Otra cosa es que la presentación que se nos ofrece sea cuantificable y, normalmente, muy sugerente en impactantes gráficas. Estos devotos de la demoscopia llaman objetivo a lo numérico, pero su razonamiento es falaz, puesto que la “objetividad” de las cifras sólo sirve para compilar lo subjetivo, no para convertirlo en verdad. ¡Seamos cautos!

Pondré un ejemplo que me parece absolutamente elocuente. En época de Galileo, muchos opinaban que la Tierra era el centro del Universo, pero eso no era cierto. La verdad era y es que la Tierra gira alrededor del Sol. Así, ya hubieran podido defender el geocentrismo el CIS, Kantar y el sursum corda, todos juntos, que no por eso hubieran tenido razón ni hubieran sido objetivos. Sus conclusiones serían cuantificables, pero no verdaderas.

Lo mismo podríamos decir respecto al terraplanismo o respecto a alguna apresurada deducción alumbrada observando el gusto de las moscas por posarse en los excrementos. No en vano, las conclusiones sociológicas son muy volátiles: hoy la gente opina esto y mañana opina lo contrario.

Creo que queda definitivamente demostrado que la sociología no es fuente de verdad ni de objetividad, por mucho que sus corolarios se cuantifiquen numéricamente. Para colmo, las conclusiones dependen mucho de qué se pregunte y cómo se pregunte, de cómo se cocine y de qué manera se dibujen las gráficas. Demasiadas variables como para fiarse.

Nuestros líderes, gestores y administradores deberían tener claro a dónde nos quieren llevar en lugar de quedarse rezagados observando encuestas. Líder es el que va delante, abriendo camino en pos de un fin animado de verdad, y no el que se queda detrás, mirando qué hace el grupo para decirle lo que desea oír.


El programa DOCENTIA

En cada universidad, la preceptiva evaluación de la calidad de la actividad docente, se enmarca en los respectivos programas DOCENTIA. Pues bien, en el caso de mi universidad, la medida de la calidad viene dada por lo que digan las encuestas de satisfacción que rellenan los alumnos, unos pocos, por cierto.

Evidentemente, por mucha estadística que le pongamos, las opiniones de los estudiantes son subjetivas y, naturalmente, sujetas a cómo le haya ido la fiesta a cada cual. No son fuente de verdad.

Un verdadero profesional de la enseñanza no debería verse supeditado a tales opiniones, porque el que conoce la asignatura y lo que necesitan sus alumnos es él y no la suma de opiniones subjetivas. En la enseñanza, el cliente no siempre tiene razón. Flaco favor le hacemos a la universidad si relegamos la calidad a la opinión de quien viene a ser formado. El líder va delante tirando del conjunto, no sigue el volátil deseo del alumnado.



Una colaboración

Un muy estimado lector me hace llegar un enlace que abunda en lo expresado en esta entrada. Dejo aquí la referencia y animo a su lectura ya que es muy elocuente y ofrece datos interesantes.

¿Contento con mi clase, estimado cliente?” por Luis Luque







jueves, 10 de noviembre de 2022

Monos, hormigas, corales y alguna confesión sonrojante

El pasado martes 18 de octubre, dentro de las jornadas de la Mobile Week de Alcalá de Henares, tuvo lugar la intervención del Director de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Alcalá, Dr. José Antonio Portilla Figueras, titulada "Monos, hormigas, corales y alguna espada: la naturaleza y los problemas complejos".


La celebración del evento en el Corral de Comedias presagiaba lo peor, ya que nadie podía saber si aquello iba en serio o en broma. Afortunadamente, la organización, mostrando un gran sentido común, situó a nuestro personaje de telonero, de forma que el nivel de las intervenciones fuera creciente y no se notaran tanto las evidentes carencias de nuestro orador.

En el vídeo de YouTube, cuyo enlace dejo aquí, podemos comprobar lo que cuento. Advierto de que estas imágenes pueden herir la sensibilidad.

Nuestro protagonista comienza (minuto 4) confesando que se siente un simple profesor que intenta hacer las cosas medianamente bien. ¡Menos mal! Si has conseguido hundir la Escuela intentando hacer las cosas bien, no sé lo que hubiera sido de otra manera.

Ya en el minuto 5 confunde problemas complejos con problemas complicados. Parece desconocer que existe una Teoría de la Complejidad, cuya métrica permite clasificar los problemas en atención a diferentes aspectos. Ni una palabra en toda la charla acerca de los problemas NP o NP-completos. ¡Pfff! Demasiado complicado.

Para Portilla los problemas complejos son mandar un cohete a la Luna, trabajar con el ADN o construir un rascacielos, ya que si te caes desde arriba tardas dos horas en darte la bofetada con el suelo (sic). Según nos explica, los problemas son complicados porque son un follón (sic). No se sabe si "follón" es equivalente a "o grande de exponencial", pero pronto saldremos de dudas.

Minuto 6. La nueva métrica que propone Portilla para cuantificar la "complicación" es el matrimonio. Más concretamente, el banquete de bodas (sic). Como lo oyes, querido lector. Y dice que es catedrático de Teoría de la Señal y Comunicaciones...

Pues eso, a partir de ahora no hay problemas NP-completos, sino problemas "o grande de matrimonio". ¡Hombre! Innovador es, no cabe duda.

Después de unos consejos de coaching de pareja, continúa con los problemas que resuelve la Naturaleza, con la intención de presentar los algoritmos bioinspirados, pero no sin antes volver a tropezarse con la "complicación", el tiempo finito para solucionar un problema, etc., evidenciando que no ha oído hablar del halting problem de Alan Turing.

Después de conseguir superar la charleta sobre las hormigas y los elfos, haciendo un enorme esfuerzo para no sucumbir al insufrible sentimiento de vergüenza ajena, llegamos a la traca final. ¡Atención!

Minuto 18. Portilla confiesa que tiene subcontratado el grupo de investigación, que se lo lleva otra persona. Pero, ¿no eres tú el catedrático de universidad? ¿No diriges tú la investigación? Pues no. Resulta que se lo dirige otro catedrático. ¿Otro? Sí, ¿cómo no? En la Escuela Politécnica Superior de la UAH uno de cada 4 doctores es catedrático. ¡Surgen como hongos! Nunca un centro universitario contó con tantos catedráticos y tan poco prestigio.

Esta hipertrofia de catedráticos es absolutamente patológica y sonrojante. ¿Cómo es posible? Esto se explica porque la producción científica no es personal, sino que hay grupos de investigación en los que trabajan unos pocos y firman muchos. Y firman artículos que no sólo no han hecho, sino que ni siquiera se han leído.

Portilla es catedrático de Teoría de la Señal y Comunicaciones, pero sus artículos son de computación, que es de lo que sabe su jefe de grupo de investigación. Artículos que él firma aunque parezca no haber oído hablar de la Teoría de la Complejidad ni parezca conocer qué es un problema NP-completo.

La actuación estelar termina con una foto de un artículo, firmado por ellos y fechado en 2006, (¡hace 16 años!), en el que proclaman tener la solución al problema del banquete nupcial. Lo mejor de todo es que idéntica temática se reproduce en multitud de artículos de otros grupos de investigación de la EPS. Da la sensación de que aquí hay un filón importante, que ha hecho catedráticos a un cerro de profesores.

Termino con la siguiente fotografía. Creo que es suficientemente elocuente como para que no sea necesario incluir el adjetivo con el que me la envió un compañero.