domingo, 15 de enero de 2023

La universidad impostada

Hace unos días El Confidencial Digital tuvo a bien publicarme este análisis sobre la universidad española que podéis leer aquí.


La universidad impostada, la simulada, la del postureo, que dicen los jóvenes, es una institución que parece real, pero que sólo es un decorado. Ha perdido el rumbo porque antepone el fingimiento al auténtico empeño por buscar y difundir la verdad, su noble fin.

Las causas de esta enfermedad son variadas, pero una de las dominantes es el perverso sistema de incentivos, que premia la cantidad de artículos publicados soslayando el examen de su calidad intrínseca, asumiendo ingenuamente que la revisión por pares garantiza de suyo el valor del trabajo y la contribución de todos los firmantes. Así, la promoción profesional gravita de manera exclusiva en torno a la investigación, en detrimento de la docencia, que termina percibiéndose como un estorbo.

Para colmo de males, esa investigación no contribuye a profundizar en el conocimiento, porque el afán de medrar espolea la picaresca, en un vano intento de encontrar atajos que allanen el siempre arduo camino del saber.

En mi artículo propongo algunas medidas que podrían ayudar a mejorar la situación.



domingo, 8 de enero de 2023

El burlador burlado

Hace ya más de seis años que comencé este blog y lo hice con una entrada dedicada a la magnífica representación de El perro del hortelano de Lope de Vega que ofrecía por aquellas fechas la Compañía Nacional de Teatro Clásico en el Teatro de la Comedia. En aquella ocasión disfrutamos de lo lindo del espectáculo dirigido por Helena Pimenta, que, con acierto, supo conjugar el respeto al texto con la precisa dosis de innovación, tal y como exponía en dicho post.

Pues bien, hoy quiero hablar de El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, programado entre el 30 de septiembre y el 13 de noviembre pasados, también en el Teatro de la Comedia, de cuya dirección era responsable Xavier Albertí y que me pareció indignante. No puedo comprender por qué hay que modificar el texto original para colocar morcillas que nada tienen que ver con el espíritu primigenio de la obra. En cierto modo, me parece una estafa.

Eso de que el director de la representación se arrogue el derecho a presentar su “versión” ya es sospechoso. El público quiere ver a Tirso de Molina, no al director de turno, cuyo trabajo debería circunscribirse a la conducción de actores y a la coordinación de escenografía, vestuario, iluminación, etc. En este caso, si Xavier Albertí cree que tiene una buena idea para un espectáculo dramático, le animo a que lo escriba y busque dónde pasar la función, pero que no utilice un texto consagrado como caballo de Troya para llegar al público.

La verdad es que el programa de mano ya facilitaba algunas pistas de lo que podía pasar. Todos conocemos el mito de Don Juan, seguramente el arquetipo más universal de la literatura española, un seductor audaz que no respeta ni a hombres ni a Dios, que no teme acudir al convite de un muerto y que finalmente se condena o se arrepiente, según versiones. Sin embargo, para Albertí es una mirada hacia la violencia ejercida sobre el cuerpo de las mujeres que, a la vez, hacen uso de él libremente, y también es una reflexión sobre la mercantilización precapitalista, las economías urbanas y la desposesión de la propiedad de los cuerpos, y también tiene algo que ver con Amber Heard y Pinochet, e incluso la descolonización… ¡Cuán vasto me lo fiais! Un popurrí de ideas inconexas que poco tienen que ver con El burlador de Sevilla y quizá mucho con el afán de protagonismo de este director.

Espléndido está Rafael Castejón, como siempre, especialmente en el pasaje en el Don Gonzalo de Ulloa describe Lisboa. Y también están bien el resto de actores y actrices, aunque algunos de ellos interpretan demasiados papeles lo que, unido al vestuario extemporáneo y a la escenografía minimalista, puede inducir a que el espectador se despiste en ocasiones.



NOTA (15 de febrero de 2023): Un amable lector me ha hecho saber que en el día de ayer se publicó un artículo de Carmelo Jordá titulado "Ernesto o la importancia de respetar a los clásicos", que aborda el mismo tema que esta entrada.



domingo, 1 de enero de 2023

Joseph Ratzinger, el profesor

Ayer, último día de 2022, fallecía Joseph Ratzinger, el papa Benedicto XVI, y yo, en tanto que los medios de comunicación se hacen eco de la noticia, he sentido la súbita necesidad de rendir mi admirado homenaje a su figura como profesor.

No cabe la menor duda de que Ratzinger ha sido uno de los intelectuales más notables de los tiempos recientes. La Historia se encargará de analizar la obra y de presentar el legado de esta insigne personalidad en su verdadera dimensión. Hoy puede que para algunos sólo sea el papa que renunció a su cargo el 28 de febrero de 2013, pero yo no quiero olvidar su faceta como profesor.

Ya desde la primera vez que leí alguno de sus trabajos, me quedé prendado de la profunda honradez intelectual que los alentaba y del genuino estilo docente que brillaba en ellos. Me llamó poderosamente la atención su manera de desarrollar los temas: se hacía preguntas y enumeraba las diferentes respuestas que la razón podía dar a esas cuestiones, para pasar a continuación a escudriñar cuál de ellas había de ser la verdadera y por qué. Digamos que sus exposiciones no eran ejercicios de erudición sino lecciones de un maestro a sus discípulos.

¿Cómo no sentirse interpelado por el ejemplo de su magisterio y atrapado por el magnetismo de su rectitud en la búsqueda de la verdad? Ojalá abundaran muchos doctos maestros como Ratzinger, auténticamente comprometidos con el conocimiento.

Cuenta la prensa que las últimas palabras de Benedicto XVI han sido “Señor, te quiero”. Creo que esta postrera declaración explica su lúcida trayectoria intelectual y su mediática renuncia al papado.

Ratzinger y Europa



Addenda (4 de enero de 2023)

Dejando aparte los inevitables rebuznos de los sectarios de siempre, en estos días se ha escrito mucho y bien sobre Ratzinger y, de todo ello, me gustaría destacar su profundo europeísmo. En su famoso discurso de Ratisbona en 2006 dijo:

“Este acercamiento interior recíproco que se ha dado entre la fe bíblica y el planteamiento filosófico del pensamiento griego es un dato de importancia decisiva, no sólo desde el punto de vista de la historia de las religiones, sino también del de la historia universal, que también hoy hemos de considerar. Teniendo en cuenta este encuentro, no sorprende que el cristianismo […] haya encontrado finalmente su impronta decisiva en Europa. Y podemos decirlo también a la inversa: este encuentro, al que se une sucesivamente el patrimonio de Roma, creó a Europa y permanece como fundamento de lo que, con razón, se puede llamar Europa.”

Al respecto, me parecen esclarecedores y complementarios los artículos “El último gran Papa” de Federico Jiménez Losantos y “Creer en lo sobrenatural para salvar lo natural” de Francisco José Contreras, ambos aparecidos –no es casualidad– en Libertad Digital, un medio liberal, porque la pérdida de los valores éticos asociados al catolicismo está en la raíz de esta exaltación de la voluntad humana que tanta merma de libertad nos está procurando.