domingo, 30 de mayo de 2021

Cretinos de promoción interna

No descubro nada nuevo si afirmo que la vida social y política, la administración y la información, la educación y hasta la religión, son realidades más o menos controladas por lobbies, es decir, por grupos de presión. No veo necesariamente malo que individuos u organizaciones se coordinen con el fin de influir en aquellas decisiones que afecten a su sector, pero siempre que los encargados de tomar esas decisiones sean lo suficientemente sabios como para velar siempre por el bien común. Y, claro, la condición de la “sabiduría” y la de “velar siempre” son tan exigentes que no se dan de suyo y todo termina manga por hombro.

Algunos pretenden que, habiendo un equilibrio de fuerzas, la resultante será nula y prevalecerá el buen sentido, pero la experiencia nos dice que eso no sucede. Otros proponen un sistema transparente en el que cada lobby se apunte en un listado y declare sus intenciones, pero ya sabemos que operar disfrazados es más eficaz.

Uno de estos grupos de presión, que opera disfrazado de humanismo y filantropía, es la masonería. En la universidad dominan amplias parcelas de poder y en la mía lo controlan todo. Más allá del halo de romanticismo que le otorga su secretismo, lo cierto es que su único fin es el ascenso social y laboral de sus miembros y la disolución de toda noción de bien y mal, para así gozar de la libertad de maniobrar sin más referencias morales que las que les convengan en cada momento.

La pérdida de valores de nuestra vieja sociedad occidental, ha contribuido al crecimiento de las logias, admitiendo a cualquier candidato por cretino que sea. Siendo la logia una sociedad piramidal, los más tontos nunca alcanzarán un grado muy elevado, pero sí que hacen el juego a la organización.

Un efecto gracioso que tiene el aceptar a todo quisqui es que lo del secretismo empieza a ser un reto imposible de alcanzar. Me explicaré: la masonería promueve a sus miembros independientemente de su mérito, con un sectarismo absolutamente ciego, que les somete a tal grado de exposición que revela el misterio por más que lo intenten esconder. Si tal cretino ocupa tal puesto, sólo puede ser por su condición de masón. No cabe otra.

Recuerdo una reunión en la que señalé públicamente a la logia como causa de nuestros males e inmediatamente, los dos miembros de la misma que asistían, saltaron al unísono negando su pertenencia. ¡Pobres!

Una logia en un ente público es lo más parecido a un parásito viviendo de un organismo vivo. El ente empieza a debilitarse, habida cuenta de la gran cantidad de estúpidos que viven de él sin aportar nada y, o bien mata al parásito y sobrevive o bien termina muriendo, con lo que también mata al parásito.

Mañana estoy convocado a una reunión para hablar del “proyecto de horarios”. ¡Brillante! ¿Desde cuándo confeccionar los horarios de una institución educativa constituye un “proyecto”? Los horarios los hace el encargado de la organización académica y punto. Se trata de planificar unos recursos limitados sobre unos intervalos de tiempo y se acabó el tema. Para ello dispone de herramientas informáticas, si es que no puede hacerlo solo. ¡Pero no! En mi Escuela, resulta que hacer los horarios es un “proyecto”. Para el necio todo es un “proyecto” muy, muy difícil, y se siente en la necesidad de compartir con los demás sus hallazgos.

Eso sí, son cretinos de promoción interna, secreta, iniciática. ¡De risa!

horario



domingo, 16 de mayo de 2021

Leyenda Negra

Estoy terminando de leer Imperiofobia y leyenda negra, el magnífico libro de María Elvira Roca Barea, que destapa el impresionante cúmulo de propaganda que sustenta el mito de la Leyenda Negra. Propaganda falsa en su conjunto, aunque urdida, como suele ser habitual, tejiendo algunos hilos de verdad con muchos otros de fabulación, buscando un desenfoque de los hechos que justifique intereses inconfesables o secreta envidia.
La autora analiza, entre otros, los clásicos temas de la Inquisición y América, tan de moda actualmente, y rebate las patrañas habituales apoyada en la abundante documentación de que disponemos, gracias a que el gobierno del Imperio se llevó a cabo por escrito. No obstante, es rasgo común de la imperiofobia que los propios damnificados admitan sus respectivas leyendas negras con resignación e indolencia, e incluso sean ellos mismos los que se encarguen de su adorno y difusión.
No me cabe ninguna duda de que en el mundillo académico también habitan las leyendas negras. Hace poco, me comentaba mi colega y amiga Katia que los apóstoles del flipped learning suelen argüir que su método da mucho más trabajo que los métodos convencionales, además de ser evidentemente la herramienta más próxima a la ciencia infusa que ha parido la neopedagogía. Con este pretexto no sólo se adornan, sino que preparan la fácil descalificación del discrepante tildándolo de vago.
Hasta dónde yo conozco, los profesores "flipped" ofrecen sus vídeos para que sean vistos antes del horario lectivo, y durante el mismo no dan clase, sino que resuelven dudas o mandan ejercicios. No veo que haya más trabajo. Sin embargo, ya sabemos que las ideas no se propagan en virtud de su verdad sino en virtud de su fuerza. Y esa fuerza depende de lo que los receptores estén dispuestos a creer en cada momento.
Lo que está claro, es que cada profesor acarrea su propia leyenda, negra en muchos casos y gloriosa algunas veces, pero casi siempre muy alejada de la realidad y construida en base a mentiras ingeniosas, secreta envidia e intereses inconfesables. ¡Así es la vida!

Imperiofobia
Recomiendo vivamente la lectura de este magnífico libro.