jueves, 29 de octubre de 2020

La obsesión de la señora Celaá por regalar títulos

Lo de esta señora, ministra para más señas, raya con lo patológico. ¡Qué manía con regalar títulos!

La verdad es que no me entra en la cabeza que sea catedrática de bachillerato. ¿Cómo puede alguien, que se ha dedicado a la enseñanza, poner tanto empeño en destruir su propia labor docente? Podría entender que una persona, presa de una cierta ideología, no fuera capaz de confrontar la realidad con su mundo profesado, pero una profesora a la que se supone experiencia contrastada en las aulas... ¡No lo entiendo!

Publica hoy EL MUNDO la noticia de que un profesor jubilado de Física y Química de 62 años es el hombre que ha logrado cercar a Isabel Celaá consiguiendo que la Fiscalía investigue a la ministra por forzar la LOMCE para dejar pasar de curso sin límite de suspensos.

Como ya he dicho muchas veces, aprender requiere esfuerzo. La ciencia infusa no llega ni utilizando las nuevas tecnologías ni por más "motivador" que sea el docente ni por mucho que se empeñe ningún ministro.

Si el profesor no exige lo que consigue es desmotivar, precisamente lo contrario de lo que debería ser su objetivo. Poner las asignaturas de saldo no contribuye al proceso de enseñanza-aprendizaje. Los seres humanos somos así: lo que obtenemos con esfuerzo nos provoca más satisfacción que lo que nos regalan.

Como dice, Jesús Luis Domínguez, nuestro David contra Goliat Celaá, "regalar las notas genera jóvenes dóciles, acríticos y manipulables". ¿Será eso lo que busca nuestra ministra? No puedo conocer las intenciones de doña Isabel pero me da la sensación de que muchos de estos políticos que nos gobiernan no están interesados en que la educación cumpla su función de ascensor social sino más bien de que todo esté tranquilo mientras ellos prosperan... cosa, que en el caso de nuestra titular de educación, es un hecho pues vive en Neguri, una de las zonas más caras de España.

"El docente que suspende está mal visto y no es infrecuente observar a profesores que aprueban a alumnos de los que dicen que no saben nada" afirma nuestro profesor de Física y Química. Lamentablemente, esto es absolutamente cierto y lo hemos comentado aquí en otras ocasiones. No es nada fácil aguantar la presión cuando el sistema no hace más que atacar al profesor que enseña.



sábado, 17 de octubre de 2020

Miguel Delibes

Miguel Delibes (1920-2010)

Anoche comencé a leer La mortaja, una recopilación de cuentos de Miguel Delibes que compré este verano en una librería de viejo de Urueña, y me he levantado con la conmemoración del centenario del nacimiento del autor resonando en todos los medios. ¡Bendita casualidad!
Delibes es el autor del que más obras he leído desde que algún profesor me mandó El Camino cuando tenía 13 o 14 años. Siempre me engancha, siempre me enseña, siempre consigue despertar mi admiración. En mi opinión, no solamente escribe bien sino que conoce en profundidad el corazón humano y por eso son tan buenas sus novelas.
¿Cómo no recordar a sus personajes? A Daniel, el Mochuelo, en El Camino; a Menchu en Cinco horas con Mario; a Quico en El príncipe destronado; a Pacífico Pérez en Las guerras de nuestros antepasados; a Gervasio en 377A, madera de héroe… Algunos de ellos basados en ciudadanos reales de carne y hueso como Marcos, el Listezas, con cuyo hijo he tenido el honor de trabajar muchos años.
No soy ningún experto, pero me atrevería a decir que en las historias de Miguel Delibes subyace un fondo de optimismo en la Humanidad. Por muy sórdido que sea lo que nos cuente siempre hay un destello que señala el camino de la esperanza. Nos presenta un hombre con capacidad de redención y eso hace atractivas sus historias. Un rasgo que diría que comparte con Cervantes.
Según he podido leer hoy, se inició en la carrera literaria por impulso de su mujer, Ángeles de Castro, cuya muerte en 1974 le marcó profundamente y a la que dedicó el titulo Señora de rojo sobre fondo gris publicado en 1991.
Me viene a la memoria y no quiero dejar de citar la representación teatral de Cinco horas con Mario de Lola Herrera que tuvimos la suerte de poder disfrutar en Zaragoza el pasado 16 de febrero. ¡Magnífica! Menos mal que nos animamos a ir ya que el COVID frustró el resto de la gira.
Termino con Urueña, la Villa del Libro, ese bonito pueblo amurallado de Valladolid que con menos de 200 habitantes cuenta con 10 librerías y el centro cultural Miguel Delibes.

Urueña (Valladolid), la Villa del Libro