sábado, 17 de diciembre de 2016

El rector acusado de plagio

Fernando Suárez Bilbao, todavía rector de la Universidad Rey Juan Carlos, ha sido acusado por varios autores de haber cometido plagio. La información se puede leer en numerosos medios. Como consecuencia de ello, la Universidad de California ha retirado un texto publicado por Suárez en el que presuntamente copió trabajos ajenos sin citarlos. Además, los rectores del resto de universidades públicas madrileñas han emitido un comunicado manifestando su rechazo “a cualquier forma de plagio”. Por si fuera poco, la CRUE también ha emitido un comunicado en el que informan de que el rector Suárez abandona la vocalía del Comité Permanente de la CRUE.
Sin embargo, el rector no ha dimitido de su cargo ni parece que lo vaya a hacer según se puede leer en el diario EL PAÍS. Este medio cita a un profesor que prefiere permanecer en el anonimato y que afirma que la Universidad Rey Juan Carlos “es una universidad con una red clientelar muy fuerte”.
No es por ser agorero pero que nadie piense que la universidad es un mundo feliz, angelical, beatífico, etc... como pretenden hacernos creer las evocadoras fotografías de sus páginas web. Lo de la “red clientelar muy fuerte” no es un mal exclusivo de la URJC... y no diré más porque yo no estoy en el anonimato...
El bochornoso caso de presunto plagio del señor Suárez Bilbao es una manifestación esclarecedora de diversos males que aquejan a la universidad. Empezando por el perverso sistema de promoción.
La carrera profesional de un profesor universitario se rige casi exclusivamente por los méritos en investigación. Y estos méritos se miden por el número de publicaciones en revistas indexadas en el listado del JCR. Esto ocasiona que el profesorado dedique su tiempo y su esfuerzo a conseguir esas publicaciones abandonando algunas veces cualquier otra tarea o dedicándole un empeño residual.
Como conseguir publicaciones científicas de calidad no es nada fácil y como la naturaleza humana es débil, no es descabellado pensar que puedan buscarse atajos. Como no estoy en el anonimato, tengo que aclarar que yo no conozco a nadie que haga nada presuntamente incorrecto... pero tampoco se puede descartar que se monten grupos de investigación dónde unos trabajan y todos firman, que se busquen temas de trabajo que tengan asegurado el éxito (aunque no contribuyan al conocimiento), que se cocinen datos para que el artículo de investigación sea aceptado o que alguien pueda caer en la tentación de plagiar...
¡Ah! También me han contado (aunque no sé si creérmelo) que hay cierto tráfico de influencias: “yo pongo tu firma en un artículo y tú haces algo por mí...” Y ¡ahh! También he oído que si tienes cargos de gobierno te los convalidan por méritos de investigación. ¡Vamos, que te toca el gordo!
Evidentemente, hay mucha gente que trabaja bien. ¡Faltaría más! Y seguramente los garbanzos negros son menos que los buenos. Ahora bien, también es verdad que algunos que pueden hacer algo ven y callan, saben y miran para otro lado.
Y alguien dirá: “¿Pero ustedes no se dedican a dar clase?” ¡Buena pregunta! Eso es lo que yo creía. Pero parece que no. Ahora nos tenemos que dedicar a investigar. Pero, preguntarán: “¿Y las clases?”. Las clases son lo de menos. Ya no importa que seas especialista en un área de conocimiento (con todo el esfuerzo que eso conlleva) y que transmitas esos conocimientos a los alumnos. Ahora lo importante es que los chicos sean felices (te valoren bien en las encuestas) y apruebe el porcentaje que se vea conveniente... Sí, sí, ¡como lo lee!
Cuando yo estudiaba (hace mucho, mucho tiempo), en primero de carrera nos daban clase los catedráticos y nos apretaban para que estudiáramos. Ahora, (me cuentan que) algunos catedráticos están escondidos impartiendo asignaturas optativas en últimos cursos y cazando a estudiantes que les hagan los artículos para el JCR.
Por todo esto, lo del rector de la URJC es sólo la punta del iceberg y lo de la red clientelar... ¡pues eso! ¡El que pueda entender que entienda!




jueves, 15 de diciembre de 2016

Los deberes llegan al Parlamento

Según informa la prensa, el Parlamento está debatiendo una proposición no de ley para "garantizar el derecho del niño a disfrutar del tiempo libre". ¡Toma esa! Seguro que sus señorías no tienen nada más importante que debatir.
Dice la diputada socialista Mª Luz Martínez Seijo que "en los últimos años se ha notado un incremento en las tareas escolares”. Y yo me pregunto, ¿cómo se ha notado? ¿quién lo ha medido? Porque yo no lo he notado en mis hijos. ¿Cómo se mide el tiempo que dedican los chicos a los deberes? Porque un día los hacen más rápido y otro, para hacer lo mismo, enredan más; unos chicos los hacen deprisa y otros despacio; unas materias les resultan más sencillas a unos y más complejas a otros... ¿Ese incremento que ha notado la diputada Martínez Seijo es real o es una impresión subjetiva? O, simplemente, dicen que hay más tareas escolares porque últimamente hay más protestas. En ese caso, habría que analizar el motivo de las protestas... que no tiene que ser necesariamente que se manden más tareas.
Dice esta diputada que los deberes escolares son fuente de “desigualdad social” y explica que no todos los padres tienen tiempo de ayudar a sus hijos a hacer los deberes. ¡Alucino! Pero los deberes, ¿quien los tiene que hacer? ¿el chico o sus padres? Flaco favor le hacemos a nuestro hijo si se le hacemos los deberes los padres. Una cosa es que resolvamos una duda puntual y otra cosa es estar sentados con ellos. Los chicos deben ser autónomos a la hora de hacer sus tareas porque, de lo contrario, no formamos personas responsables.
Me gustaría que la diputada Martínez Seijo me explicara cómo va a prevenir esta “desigualdad social” y si va a prevenir de alguna manera TODAS las desigualdades sociales. A ver, como hay padres que no pueden hacer los deberes con sus hijos por falta de tiempo o falta de conocimientos, tendremos que tomar como patrón la capacidad de aquellos padres con menos tiempo y con menos conocimientos... y, a partir de ahí, punto final. ¡Manos quietas! ¡STOP! ¡Ya no se hace más! Es decir, todos iguales... por abajo. ¿No sería mejor fomentar el trabajo, el esfuerzo y el mérito para que los chicos vivan en mejores condiciones que sus padres? Todo apunta a que a esta diputada lo que le parece más justo es que todos seamos igual de ignorantes.
La educación ha sido siempre el modo por el que la gente pobre podía salir de su postración social con su mérito, su talento y su esfuerzo. No dejo de asombrarme de como la izquierda española se empeña en no dejar salir a los más desfavorecidos de su circulo de pobreza negándoles el ascensor social de la educación. Eso sí, procurando que el nivel de formación del conjunto nade en la vulgaridad. Más bien da la impresión de que los políticos temen que los ciudadanos estén bien formados.
Y me asaltan otras preguntas: ¿nos dirá la diputada socialista el tiempo que deben estar los chicos viendo la televisión, jugando con los vídeo juegos o la “tablet”? ¡Qué afán por regularlo todo! ¡Qué manía por meterse en la casa de los demás!
Por cierto, la diputada Mariluz Martínez Seijo parece una ferviente neopedagoga experta en innovación educativa según figura en su biografía. ¡Miedo me da!



jueves, 8 de diciembre de 2016

“El PowerPoint nos hace imbéciles” (Perro Loco)

Se ha anunciado que el Secretario de Defensa (in pectore) de los Estados Unidos es el general retirado James Mattis, Perro Loco para los amigos.
Sin meterme en disquisiciones políticas que no vienen al caso, lo que sí es cierto es que la personalidad y la carrera de este militar parecen sacadas de una película. Una de las facetas más llamativas que se le atribuyen es su capacidad para producir frases célebres “en plan Churchill” que diría un muchacho (o muchacha, siendo inclusivos) de la E.S.O.… (suponiendo que supieran quien es Churchill, ¡claro!).
Yo me quedo con esta: “El PowerPoint nos hace imbéciles”. Puede que afirmar que nos hace imbéciles sea un poco drástico, tajante y hasta franquista… pero estoy de acuerdo en que no termina de favorecer el discurso racional ni la abstracción ni la verdadera adquisición de conocimientos.
En la universidad se ha extendido el uso del PowerPoint (o similares) para hacer colecciones de diapositivas con las que impartir clases magistrales (sí, ¡lo confieso!, clases magistrales… nada innovadoras) y la cosa es que los alumnos exigen las dispositivas para estudiar la asignatura. Si no se las facilitas eres un mal profesor, una mala persona, no ayudas, no sabes enseñar, no tienes corazón, no tienes vocación, no innovas, no usas las TICs, eres un carca, un… O sea, ¡lo peor de lo peor! Tus encuestas caen por debajo de la valoración de Rajoy y te miran de reojo con saña… Como no es fácil aguantar tanta presión lo habitual es colgar las colecciones de diapositivas en algún servidor y dejarlas a disposición del alumnado.
Esta claudicación más bien generalizada tiene varios efectos perversos. En primer lugar ya nadie estudia los textos académicos de las materias: libros trabajados, revisados, basados en la experiencia de autores de reconocido prestigio y que ofrecen una visión global de la asignatura. Los alumnos se estudian unas notas más o menos elaboradas pero siempre limitadas, imprecisas, sin desarrollo, puntuales y a las que les falta el alma de lo que el profesor transmite de palabra.
Y en segundo lugar y todavía peor, ya casi nadie toma apuntes. Los alumnos (y las alumnas, siendo inclusivos) son simples espectadores de una disertación más o menos aburrida a la que no dedican más que algunas neuronas de retén. Aquello de que tomar apuntes favorecía una primera sedimentación de los conocimientos en el cerebro, ayudaba a abstraer y a memorizar pasó a la historia… dentro de poco no será más que uno de esos neuromitos a desterrar.
Es, en este sentido, en el que estoy de acuerdo con la afirmación de Perro Loco.

Infografía Miguel R.

domingo, 4 de diciembre de 2016

La cobra educativa

La prensa nos habla estos días de las buenas intenciones de nuestros gobernantes respecto a la educación. No sé si se habrán puesto navideños pero el pasado día 1 de diciembre se ha aprobado la subcomisión que se encargará de la reforma educativa. El ministro Méndez de Vigo está que lo tira: Que no os gustan las reválidas, pues las quita. Que os pone la innovación, pues toma “actualizar las metodologías pedagógicas” (copio textualmente de los 15 ejes presentados por el ministro). Que no tenéis suficiente con no saber nada en inglés, pues ahora a no saber nada pero “en plan plurilingüe” (que diría un alumno de ESO). Y con tantas muestras de tolerancia y espíritu dialogante no les ha quedado más remedio a los demás grupos políticos que constituirse en subcomisión. Aproximarse unos a otros a ver si prende la cálida llama del cariño.
En 30 años hemos “disfrutado” de 7 leyes de educación sin dar tiempo a identificar sus fortalezas o debilidades. El resultado está ahí: un fracaso educativo incontestable. Por ello, dar estabilidad al sistema educativo parece una necesidad urgente...
Pero, ¿qué clase de estabilidad queremos? ¿Queremos la pertinacia en el error? ¿O queremos salir del fracaso educativo? Lamentablemente, la lectura de los 15 ejes (copia del borrador de pacto del ministro Ángel Gabilondo de 2010) no es como para sentirse optimista. No se habla de fomentar el conocimiento ni de reconocer el mérito ni de racionalizar los planes de estudio... En algunos de sus objetivos parece la carta a los Reyes Magos: “Proporcionar los conocimientos y competencias básicas para su desarrollo personal [el de los alumnos]”, “Garantizar el reconocimiento social del profesorado”, “Desarrollar un sistema estatal de becas al estudio”... ¡Vamos! Lo evidente.
Para empezar ya se han peleado por el nombre del pacto... y eso que aún no hay pacto. Lo van a llamar “Gran Pacto de Estado Social y Político por la Educación” según leo en la prensa. Creo que el nombre es un poco corto. Ya podían haber acordado algo  más ambicioso como por ejemplo “Pacto Social y Político de la Nación de Naciones por la Mejora del Proceso de Enseñanza-Aprendizaje”.
Con estos inicios el acercamiento o bien termina en un frío beso de despedida para que todo quede igual (de mal) o bien en “cobra”. Y no sé qué es peor.


jueves, 1 de diciembre de 2016

Matrix y la ciencia infusa

Este curso, durante la primera hora de clase, además de la habitual presentación de la asignatura y sus criterios de evaluación, me empleé a fondo en demostrar que la ciencia infusa no existe.
En principio se entiende por ciencia infusa el don por el cual conocemos sin esfuerzo. Esto presupone el concurso de un tercero que nos infunde un catálogo de saberes y queda por determinar si dicho catálogo es elegido a demanda o viene de serie. Hoy en día, nuestro sistema educativo identifica a ese “tercero” con el profesor... ese taumaturgo capaz de saber, de comunicar, de animar, de motivar y de “infundir” ciencia.
El concepto de ciencia infusa viene del cristianismo y hace referencia a los dones de que gozaban Adán y Eva en el paraíso. Sin embargo, de mis 150 alumnos de este curso sólo uno estaba informado del origen religioso del concepto y por eso acudí a Matrix, la película.
Hay una escena en Matrix (no sabría decir en cual de las entregas) en las que uno de los protagonistas necesita pilotar una nave y pide al mando central que le descarguen en su mente el manual de uso. Pues bien, le bajan el manual a través de su conexión cerebral y –¡voilà!– no sólo adquiere un conocimiento preciso sobre la nave sino la destreza (“competencia” dicen los pseudopedagogos) para pilotarla.
Evidentemente, lo de Matrix es de película, no existe. Y lo de Adán y Eva es una creencia cristiana que se circunscribe a una edad perdida, los tiempos del paraíso. En el mundo real, para aprender algo siempre hay que esforzarse.
No obstante, el dogma de la ciencia infusa prolifera entre nuestros pseudopedagogos. Muy innovadores ellos, muy modernos pero creyentes fieles de dogmas. ¡Que no hombre! Pedagogo, si haces ciencia demuestra científicamente que el profesor (profesional de la enseñanza) puede infundir conocimiento. Porque si para infundir conocimiento lo que necesitas es un ser superior dotado de poderes hipernaturales... mejor nos vamos al cine.


martes, 29 de noviembre de 2016

Aprendizaje de película

–¿Qué tal hoy en el instituto? –pregunto nada más empezar a comer.
–Hoy hemos visto una película en sociales –responde Miguel.
–Y yo otra en mates –se apresura a intervenir Rocío.
–¿En mates también veis pelis? ¡Qué chulo! –y dirigiéndome a Miguel pregunto– ¿Sobre qué iba el debate en sociales?
–Sobre nada. Hemos estado toda la clase viendo la peli... –silencio y fundido a negro.
Esto no es un fragmento de una novela. Es realidad. Los chicos ven muchas películas en el instituto. Y no seré tan carca como para negar que una película bien seleccionada no pueda ser un excelente recurso didáctico. Lo que no termino de ver es la cantidad de horas consumidas por este recurso ni el “modo de empleo”. ¿No sé? ¿Qué menos que una explicación? ¿Por qué no un debate? Pero no. Lo habitual es echar la peli como en el cine pero sin palomitas... y dentro de poco el profesor pagará una ronda de palomitas por aquello de que hay que motivar.
La imagen capta la atención más fácilmente que la exposición oral o que la lectura pero no es más eficaz si se trata de enseñar. Posiblemente es útil si la intención (no reconocida) es que los chicos estén quietos pero no tanto si el objetivo es que aprendan. Alguno ya estará pensando: “¿Ves como eres un carca?”. Pero voy a intentar demostrar lo que afirmo. La diferencia está en el trabajo de abstracción que realizamos. Con la imagen ese proceso de abstracción es casi nulo mientras que crece cuando tomamos apuntes durante una exposición oral y es máximo con la lectura.
Así, por ejemplo, existe una gran diferencia entre ver una película de una novela y leer la novela. Cuando ves la película ya te dan todo “pensado” mientras que cuando lees pones en marcha la imaginación, el espíritu crítico y activas la capacidad de abstracción. En este sentido, puede haber tantas novelas como lectores y se comprende aquel juicio de “no me ha gustado la película porque no es cómo me lo imaginé al leer el libro”.
La abstracción fija los conocimientos y nos predispone a adquirir los siguientes con mayor facilidad. Sin embargo, una película nos presenta, ya digerido, el trabajo de abstracción de otra persona. Además, el lenguaje cinematográfico usa las emociones como vehículo de las ideas... y las emociones no son garantía de éxito en esto de aprender (¡lo sé!, con esta afirmación ya paso directamente de carca a facha) por muy nobles que sean. Y no olvidemos que la imagen es plana, ¡nos roba una dimensión de la realidad! Y una película no es más que una sucesión de 24 imágenes por segundo.


sábado, 26 de noviembre de 2016

¿Volvemos a la Edad Media?

La Edad Media tiene mala prensa. No suena tan mal como calificar algo de franquista, pero evoca un cierto grado de brutalidad, oscuridad, frío, caminos llenos de barro y señores feudales. No deja de ser injusta tal simplificación para un periodo de la Historia que abarca unos mil años y del que conservamos tantos tesoros artísticos, literarios... o, sin ir más lejos, la aparición de las primeras universidades.
Pues bien, me pregunto si no estaremos volviendo a esa época. Y no lo digo por los señores feudales ya que hoy en día también hay feudos y señores que mandan en ellos y viven -sobre todo eso- ¡viven muy bien! Pero de los feudos y sus señores hablaré otro día.
En la imagen vemos la iglesia de san Martín de Frómista (Palencia). Es un edificio románico construido en el siglo XI y restaurado magníficamente a finales del siglo XIX. El detalle muestra algunos de los más de 300 canecillos que adornan el templo. Estuvimos allí en agosto de 2015 y recuerdo la belleza del monumento y el frío que pasamos.


Pues bien, las figuras de los canecillos representan todo un programa iconográfico destinado a enseñar a la gente todo tipo de cosas: cuestiones religiosas, mitos profanos, fábulas moralizantes e incluso advertencias sanitarias al estilo de nuestras cajetillas de tabaco. Todo ese esfuerzo iconográfico se repite por doquier durante la Edad Media. ¿Por qué? ¿Por estética? En la Edad Media la gente no sabía leer (típica afirmación de pseudopedagogo que nadie discutirá pero que no deja de ser una verdad a medias) y una manera de enseñar era utilizar imágenes. Digamos que los analfabetos aprendían algo gracias a lo que les entraba por los ojos.
Si saltamos al presente, uno de los hechos más lacerantes que comprobamos en la universidad es la falta de comprensión lectora de nuestros alumnos. Aunque parezca mentira, ¡ya no entienden lo que leen! No comprenden el enunciado de un problema porque no entienden las palabras. Y otro hecho, este desconcertante, es que cuando buscan cómo hacer algo prefieren ver un video a leer un texto.
Parece que, aunque se les ha enseñado a leer y a escribir, sólo se encuentran cómodos si la información les entra por los ojos. ¿Dónde está la capacidad de abstracción? Y por eso digo, ¿estaremos volviendo a la Edad Media?


jueves, 24 de noviembre de 2016

El alcalde y los deberes escolares

Parece ser que el alcalde de Rivas-Vaciamadrid, Pedro del Cura, participó como ponente en la conferencia "Es un deber hablar de los deberes escolares" celebrada recientemente en la Universidad Autónoma de Madrid. Y al mismo tema de los deberes escolares dedica su columna política en la revista Este de Madrid (noviembre de 2016).
No voy a entrar en la oportunidad o no de que un alcalde trate (como alcalde) de un tema que no es de su competencia... ¡Bueno¡ ¡Sí entro! Creo que no es oportuno. Puede entrar como padre, como ciudadano... pero no lo termino de ver bien si utiliza la atalaya de su cargo para pontificar sobre algo que no cae bajo su jurisdicción.

A lo que iba. Dice Pedro del Cura textualmente "nuestra infancia y juventud son quienes más horas dedican a hacer deberes en casa con una media de 6,5 horas al día". Y no me lo creo. Como padre puedo afirmar rotundamente que eso no es cierto. Semanas hay que no se llega a esa cantidad de horas ni sumando el tiempo dedicado a los deberes de lunes a viernes.
Además, si se habla de media, sólo por una cuestión matemática tiene que haber chicos que se queden sin dormir... ¡Que no! ¡Que no! Vamos, que tiene que ser un error tipográfico.
Lo que sí es cierto es que este asunto de los deberes se ha puesto de moda y, como suele pasar con las controversias educativas, se toma el rábano por las hojas. A mi me llama la atención que hoy en día los padres hagan los deberes con sus hijos y también me llama la atención la cantidad de horas lectivas que se pierden con talleres diversos, iniciativas educativas de éxito, charlas sobre seguridad vial, etc., etc. y muchos más etcéteras... algunos de los cuales sí que son competencia del alcalde.

F. J. Pulido (Imagen del banco MEC)

Alberto Royo


Habíamos quedado en que iba a contar aquí mis opiniones sobre educación. Pues bien, a modo de declaración de intenciones, voy a recomendar el libro de Alberto Royo titulado Contra la nueva educación.
Alberto es músico y profesor de secundaria y, además, es joven y muy divertido. Su libro aboga por una enseñanza basada en el conocimiento y, esto que podría parecer una evidencia, se ha convertido hoy en día en una idea totalmente disruptiva. Hoy se educa en valores, se motiva, se promociona la creatividad y el afán de emprendimiento, se rinde culto a las “nuevas tecnologías”... pero se enseña poquito, ¡poquito!... no sea que alguien vaya a quejarse.
Leyendo el libro del profesor Royo me viene a la cabeza la fábula de Hans Christian Andersen conocida como El rey desnudo. Ante tanto gurú de la educación proponiendo chorradas, este libro nos grita como el niño de la fábula: “¡Pero si el rey va desnudo!”.
Mi enhorabuena Alberto por el libro y por tu valentía al publicarlo y que sepas que en la universidad te leemos.


sábado, 19 de noviembre de 2016

El perro del hortelano

Hace unos días estuve con Nieves, Bea y Alberto viendo El perro del hortelano de Lope de Vega en el Teatro de la Comedia. Con esta representación dirigida brillantemente por Helena Pimenta se abre la temporada 2016-2017 de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
El teatro presenta un aspecto estupendo después de su reapertura el año pasado tras varios años de obras. El día que fuimos el lleno absoluto ya indicaba el interés del público en la obra propuesta.
Esta versión de la obra del Fénix de los Ingenios aúna fidelidad al autor y ciertos toques de originalidad. En mi opinión respetar al autor es muy de agradecer y saber conjugar ésto con la dosis adecuada innovación es un arte que no siempre se consigue.
La verdad es que pasamos un rato excelente que se nos fue casi sin darnos cuenta. Me gustaron todos los actores pero Rafa Castejón que hace de Teodoro está magnífico así como Joaquín Notario que representa a Tristán. No obstante, nos encantó el trabajo de Marta Poveda en el papel de Diana. ¡Qué bien está! Tierna, divertida, convincente, perpleja, celosa, cautivadora, desconcertante... Todo eso y más consigue Marta con una interpretación no sólo de palabras sino de gestos, miradas y una presencia que llena el escenario.
Si la temporada pasada de la CNTC fue un éxito parece que este curso vamos por el mismo camino. ¡Mis felicitaciones!

El perro del hortelano