jueves, 26 de mayo de 2022

El "aseguramiento" de la calidad

¡Mal empezamos! Sí, es bueno comprometerse con la calidad —¿cómo no?—, pero el empeño no resulta muy creíble si comenzamos haciendo un uso tan presuntuoso del lenguaje. Eso de aseguramiento de la calidad, ¿no quedaría mejor si lo expresamos como garantía de la calidad?

La frasecita aparece en el encabezado del Real Decreto 822/2021, sobre la organización de las enseñanzas universitarias, y hay que reconocer que es usada en el mundillo leguleyo, aunque en otros ámbitos.

Aseguramiento es la acción y efecto de asegurar, y el verbo asegurar cuenta entre sus sinónimos con garantizar, pero me fío más de quien manifieste la intención de garantizarme algo que de aquel que me lo asegure mediante un procedimiento. Yo soy así.


En mi opinión, el quid de la cuestión está en si la calidad de las enseñanzas universitarias se puede garantizar mediante procedimientos o no. Es cierto que para fabricar ladrillos es conveniente que se aplique un procedimiento, y que este haya sido concebido para producir ladrillos perfectos, además, debería vigilarse que todos los ladrillos lleguen al consumidor sin tara. Lo mismo se puede aplicar a tuercas, camisetas, relojes o patatas fritas.

Sin embargo, allá donde hay personas, como pasa con la enseñanza, las cosas no se reducen a procedimientos y controles de calidad. Se trata más bien de querer hacer un buen trabajo, con atención al cumplimiento de los objetivos y a evitar posibles desvíos. No es cuestión, por tanto, de aplicar un mecanismo sino de esmerarse con prudencia en sacar lo mejor de cada estudiante. 

Si leemos lo que dice el Real Decreto 822/2021, nos encontraremos con los típicos términos "evaluación externa", "cultura de la calidad", "protocolos", "estadísticas", "verificación", "documentación", "agencias de calidad" y demás verborrea. Lamentablemente, al final, la "cultura de la calidad" se convierte en burocracia y la "estadística" en cocinado de datos.

¿Hasta qué punto las agencias de calidad son independientes? Los "expertos" que verifican las solicitudes de acreditación provienen de las propias universidades. Tienen, por tanto, intereses en ambos lados del sistema. No es difícil caer en aquello del "hoy por mí, mañana por ti". Por otro lado, el que quiera hacer su trabajo con diligencia se encontrará una hojarasca inabarcable de papeles, autoindexados, llenos de jerga, cuando no de mentirijillas, de manera que toca fiarse o pedir y pedir más papeles.

En aquello que conozco de primera mano, resulta hilarante cotejar los informes de autoevaluación, que manda confeccionar el protocolo de calidad, con la (triste) realidad. ¡Nada que ver! Allá dónde la mayor parte del claustro de profesores ve un currículo mal secuenciado, los "expertos" en calidad ven innovación, autoformación, participación y demás zarandajas.

Ahora estamos con las encuestas de satisfacción, otro invento de los protocolos de calidad. Te dan la brasa para que las completes, te dan créditos, te darán bocadillos... pero no sirven para nada. Nadie las lee, nadie las analiza, nadie pone remedio a los problemas. Sólo sirven para poner un check en la casilla correspondiente del protocolo de verificación.

¿Qué es la "cultura de la calidad"? Un concepto vacío si no hay un auténtico interés por hacer las cosas bien, con prudencia y recta intención.

lunes, 9 de mayo de 2022

Ancelotti dixit

Es evidente que el entrenador del Real Madrid es uno de los hombres del momento, con permiso, claro está, de Carlos Alcaraz, fantástico triunfador del MUTUA MADRID OPEN.

Alguien podría decir que la actualidad tiene muchos más protagonistas. Sin ir muy lejos, los implicados en los polémicos casos de espionaje, pero aquí pretendemos hablar de cosas serias y dejamos el sainete para otros foros.

No nos distraigamos. Las remontadas del Real Madrid este año en la Champions ante PSG en marzo con tres goles de Benzema y exhibición de Modrić—, frente al Chelsea en abril con gol de Rodrygo a pase de Modrić en el minuto 80 y de Benzema en el 96 y contra el Manchester City de Guardiola en mayo nuevamente con goles de Rodrygo y Benzema, en un emocionante final con prórroga incluida—, han convertido a Carlo Ancelotti en un héroe.

Es verdad que esto de las remontadas es marca de la casa y que, durante su brillante y dilatada historia, nuestro querido Real Madrid Club de Fútbol se ha empeñado en convencernos de que no hay nada imposible si hay fe y ganas de luchar. No obstante, algo tendrá que ver el entrenador. No creo en eso de la "flor en el culo" que ya antes se les atribuyó a Vicente del Bosque o Zidane. Para tener éxito hay que trabajar. No olvidemos que Carletto, dejando aparte las remontadas, se ha convertido en el primer entrenador en ganar las 5 grandes ligas.

Ancelotti es un héroe, un héroe tranquilo, sensato, reposado, educado. Su serenidad en el éxito me ha recordado unas palabras suyas a cuenta de un pequeño incidente con Ceballos el pasado mes de enero. Dijo (dixit en latín) entonces: "Esta generación tiene menos respeto a las autoridades".

Lamentablemente, creo que esto es un hecho. Nuestros jóvenes manifiestan, en general y con honrosas excepciones, menos respeto a sus mayores que en épocas pasadas. Lo podemos comprobar en la familia, en la calle y, sobre todo, en los centros educativos a todos los niveles. Y cuando afirmo que a todos los niveles es porque, sin dudarlo, incluyo la universidad.

Aquellos que trabajan en enseñanzas medias me dirán que la universidad es una balsa de aceite en comparación con sus centros, y no les faltará razón, pero en la educación superior también se vive este clima de falta de consideración.

Aunque el comportamiento es una responsabilidad personal, sí que hay cierta correlación sociológica en el sentido de que a menor nivel académico menor es la deferencia con el profesor y/o los compañeros.

Corregir la situación no es sencillo, ya que las causas del problema están enraizadas en etapas anteriores de la educación, pero también es verdad que los cargos académicos no hacen mucho por mejorar las cosas. Hoy en día, el alumno es la "gasolina" de la universidad y sin él todo se para, por lo que nuestros "dirigentes" entre comillas, puesto que no dirigen sino que se mueven a favor del viento más propicio a sus intereses personales—,  aplican la máxima de que el cliente siempre tiene razón.

Sorprendentemente, aquellos que muestran un peor comportamiento son los que más respeto reclaman. Hace poco me contaba un compañero, que sufre continuas afrentas en clase, que le habían puesto una queja por falta de respeto. Más que indignado estaba asombrado. Y este mismo blog da fe de lo que afirmo si se leen algunos comentarios, anónimos, eso sí.

Sin embargo, tengo la teoría de que la palabra respeto, en boca de algunos de estos alumnos, no tiene el significado común. Para ellos, pedir respeto es una manera de gritar que no llegan, que no tienen ni el talento suficiente ni la capacidad de trabajo necesaria para sacar adelante su trabajo. Cuando piden respeto, en realidad, imploran que les apruebes sin esforzarse.

Tengo otra teoría acerca de las causas. Por supuesto que no pretendo hacer un diagnóstico exacto, pero sí ofrecer una primera aproximación al asunto. Estaremos de acuerdo en que esto del respeto se aprende en casa, pero tengo para mí que el ambiente de los institutos es nocivo si queremos cultivar esta virtud.

Me explico. El profesorado ha perdido totalmente la autoridad, habida cuenta de que ni la sociedad ni los equipos directivos les respaldan. La consecuencia es que reina un ambiente de colegueo entre profesores y alumnos, en el que ellos se creen que son los amos. Para colmo, la enseñanza se ha maternizado hasta límites patológicos, como ya expliqué hace algún tiempo en la entrada "Demasiado espíritu maternal". El cóctel produce estudiantes engreídos y convencidos de que son el centro del mundo, inconscientes en muchos casos de que han sido aprobados para que el sistema siga funcionando aparentemente bien.

Está claro que los primeros perjudicados son los estudiantes, pero ellos no tienen recursos para sacudirse esta lacra. Para cuando se dan cuenta de que han sido engañados ya es demasiado tarde.

Carlo Ancelotti