sábado, 28 de noviembre de 2020

El conocimiento humano

No soy experto en gnoseología, pero después de 32 años de labor docente creo poder decir algo sobre el particular.

Si queremos construir un edificio, no lo haremos colocando ladrillos de acuerdo a cierta idea más o menos bella o ingeniosa. Lo primero que necesitamos en un plan, un proyecto. Luego habremos de cimentar y elevar una estructura que será el soporte de todo lo demás.

Con el conocimiento humano pasa igual. No consiste en la adquisición de una colección de lecciones que habiliten para el desempeño de una tarea, lo que ahora se llaman competencias. Requiere de cimientos y estructura.

El conocimiento humano es discursivo, es decir, descubre la verdad enlazando unos juicios con otros en un mecanismo secuencial y ciertamente fatigoso. El conocimiento humano no es intuitivo, por mucho que algunos se empeñen en proclamarlo así. Ni siquiera con la ayuda de las nuevas tecnologías, conseguiremos alcanzar la verdad por intuición. Me refiero a la verdad de verdad, no a la que se proporciona en las redes sociales para consumo de mentes indolentes.

El conocimiento humano, además, relaciona unos temas con otros de acuerdo a la subjetividad de cada cual, de manera que cada persona construye el edificio del saber individual sobre un entramado que tiene que ver con su personalidad, su experiencia, su entorno, sus intereses, sus conocimientos previos, etc.

Y, de la misma manera que el ojo humano percibe contrastes, el conocimiento humano relaciona cada nuevo tema con los ya adquiridos y los ubica dentro de ese entramado de acuerdo a unas reglas de similitud-disparidad. Cada "ladrillo" del edificio tiene su lugar, no es un bloque suelto.

Por eso, es muy conveniente que el entramado o urdimbre del conocimiento humano tenga un poco de todo, para poder alojar en su sitio todo lo que irá llegando a lo largo de la vida. Naturalmente que nos tenemos que especializar, pero no nos irá bien amontonando ladrillos sueltos en un rincón o, peor aún, despreciándolos por inútiles.

Esa urdimbre debe tener hilos en un sentido y en otro. Ciencias y letras, matemáticas y filosofía, historia y química... Por favor, basta ya de tanto deslumbramiento con la robótica* y las TIC. Los chicos necesitan sentar las bases de su futura libertad, no saber manejar un cacharro electrónico. Lamentablemente, hoy no saben ni redactar porque no saben ni leer.

Y cuando crecen y van a la universidad, necesitan unos sólidos conocimientos de los que dan la base de su materia, los vayan a usar o no en el futuro, porque, de lo contrario, el resto de saberes se volatilizará.

En mi Escuela vivimos tiempos de ladrillos sueltos y construcción de edificios sin plan ni proyecto. Algunos dicen, ¿para qué enseñar a derivar a un ingeniero informático si nunca va a derivar en el ejercicio de su profesión? Y quitamos el cálculo matemático. ¿Para qué enseñar Electrónica si nunca va a diseñar un circuito? Y quitamos la Electrónica. ¿Para qué enseñar Física si no tiene que usarla cuando programe? Y quitamos la Física. Y es verdad que lo más probable es que un ingeniero informático no tenga que derivar, ni diseñar un circuito, ni hacer un estudio cinemático, pero le hemos dejado sin entramado o urdimbre en la que ubicar sus conocimientos y relacionar unos con otros. Le hemos hecho un triste favor facilitándole el título universitario. En el futuro, le faltarán herramientas para adaptarse, para progresar... y no será LIBRE.

Aconsejo a mis alumnos que no dejen de leer buena literatura porque eso también contribuye a su formación como ingenieros y me miran con ojos como platos. Algunos pensarán: "este viejo chochea". Antes se decía eso de tener la cabeza bien amueblada. ¡Será por algo!

estructura
El conocimiento humano es una estructura o entramado de saberes.

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* La robótica del instituto es la madre de todas las falacias. No es robótica sino jugar al LEGO. La robótica de verdad, con su física y sus matemáticas, no es un tema baladí, que se despache en dos tardes.


sábado, 21 de noviembre de 2020

Sinecuras universitarias

El término sinecura viene del mundillo eclesiástico y hace referencia al trabajo de un clérigo sin atención de almas. Viene del latín: “sine”, sin y “cura”, atención (de almas). Se asume que exonerar a un sacerdote de la atención a las personas, que es el fin de su vocación, debe tener una causa proporcionada que lo justifique, pero la realidad es que a menudo estos empleos sin servicio religioso se convierten en chollos muy apetecibles.
Por eso, la Real Academia de la Lengua, lo define como “empleo o cargo retribuido que ocasiona poco o ningún trabajo”, haciéndolo extensivo al ámbito civil. Todos sabemos que este tipo de beneficios se dan con demasiada frecuencia en la cosa pública en forma de asesores, coordinadores, directores y toda esa fauna parasitaria que vive traficando enchufes por favores políticos. Con todo, el afán de bicocas civiles se puede entender como la natural inclinación del ser humano a vivir ventajosamente, mientras que las poltronas clericales me parece que chocan con la llamada vocacional del que se ha hecho cura para servir a los demás.
En el entorno universitario cada vez hay más sinecuras. Por un lado, la disminución de horas lectivas de los grados y la escasez de alumnos favorece un cierto excedente de mano de obra, y por otro, la necesidad de alimentar las urnas con votos amigos, están impulsando una proliferación de poltronas con justificaciones de lo más peregrino: “oficinas”, “unidades”, “institutos”, “centros de apoyo” que se encargan de la “diversidad”, “empleabilidad”, “internacionalización”, “innovación”, "ecologismo", etc. Gangas sin trascendencia que de vez en cuando molestan un poco a los demás solicitando u ofreciendo algo para que se note que existen.
Lo mejor de todo, es que los beneficiarios de las prebendas proclaman a los cuatro vientos su vocación docente, en un lamentable paralelismo con los curas que huyen de la atención a las almas. Es evidente que el fin de la universidad es enseñar pero todos estos amantes del momio y la bagatela evitan dar clase como quien escapa de la peste. ¡Algo falla!
Una institución que hace un uso abusivo de los medios que se le han proporcionado, esquivando su razón de ser, está más muerta que viva.

Sinecura universitaria


martes, 10 de noviembre de 2020

La administración electrónica, ¿una utopía bienintencionada?

Autopistas de la información, sedes electrónicas, carpetas ciudadanas, certificados digitales, DNIs 4.0: todo un mundo de servicios digitales que pone la Administración al alcance de los ciudadanos con el fin (presuntamente) de facilitarles la vida.

La pandemia, presunta también y no soy negacionista, nos ha empujado a utilizar estos servicios sí o sí dado que muchos funcionarios están teletrabajando o, si esa no es la razón, porque alguien ha decidido que los usemos y punto. En mi caso, fiado de la bondad de los avances modernos, opté por solicitar los certificados digitales para todos los que dependen de mí y así estar en disposición de sostener una relación de igual a igual con las administraciones estatal, autonómica, municipal, etc.

Lamentablemente, la relación no ha sido como ingenuamente esperaba sino más bien como la de don Quijote con los molinos de viento. Para empezar, la carpeta ciudadana de mi hija mayor no registra ninguno de sus títulos y ofrece como excusa que "se han encontrado registros duplicados", un mensaje tan críptico como autoexculpatorio. ¿Qué significa eso de que están duplicados? Y si lo están, ¿a qué se debe? ¿Quién es responsable del error? De alguna forma, el mensaje parece señalar al ciudadano como culpable último del fallo, como si un simple mortal pudiera acercarse al computador central del ministerio X y duplicar sus registros.

Con todo, esto no es lo peor ya que todavía podemos esgrimir los títulos en papel, firmados y visados materialmente y cuyos números identificadores pueden ser comprobados. Lo peor viene cuando te requieren un papel en el plazo de 10 días hábiles que puedes presentar en la sede electrónica estatal, o en la autonómica, o en los registros físicos de "ventanilla única", etc. La oferta es enorme pero la realidad es que ninguno funciona. La sede electrónica estatal (https://rec.redsara.es/) está colapsada y no funciona, la autonómica requiere que el papel esté cumplimentado en un pdf especial que, evidentemente, el ciudadano ni tiene ni puede encontrar, la "ventanilla única" solamente atiende con cita previa por Internet pero el portal web que da las citas no funciona o da citas para después del los 10 días hábiles... Al final, te toca ir a correos y mandarlo certificado. Es decir, te toca usar los medios tradicionales.

Podríamos pensar que faltan medios o que hay ciertas deficiencias que se resolverán en el futuro pero no. Voy a pensar mal y ACERTARÉ. ¿Por qué el único acceso digital que funciona bien es el de la Agencia Tributaria? Porque con el dinero no se juega. Si las cosas "de comer" funcionan, las demás podrían funcionar.

Se dice que el gobierno por escrito fue obra de Felipe II. El rey se dio cuenta de que muchos de sus servidores públicos no le obedecían amparados en que las órdenes no llegaban con claridad o se interpretaban incorrectamente. Para solucionarlo, inventó los Registros. Toda disposición real era registrada por escrito con lugar y fecha de entrada y se remitía al destinatario una copia. De esta sencilla manera, el receptor no tenía excusa para eludir su responsabilidad.

Ahora, con la administración electrónica, quien elude la responsabilidad es la propia Administración. Vamos camino de un "Matrix" global bajo una gobernanza mundial. ¿Qué será de nosotros si esa gobernanza decide que no existimos? No nos quedará otra que huir a bordo de la nave Logos. No tendremos títulos, no podremos reclamar nada, sencillamente no existiremos.

Pondré otro ejemplo. A la vez que vivimos una gran incertidumbre sanitaria, los centros de salud se han vuelto inaccesibles, como si no hubiera más dolencia que el COVID-19. Si necesitas los servicios de tu enfermera o de tu médico habituales, te encuentras un personal atrincherado en la puerta del edificio que te impide un uso normal de las instalaciones. Si el servicio era necesario antes ahora lo sigue siendo, ¿no? ¿Qué está pasando?

Vamos camino de un mundo deshumanizado, sin contacto y dónde la existencia digital pende de la voluntad de alguien remoto, desconocido e inaccesible. ¡Esto es diabólico!


NOTA: Ya sé que son vehículos individuales y que la Domenica del Corriere no predijo en 1962 la crisis del COVID-19. No creo en Nostradamus ni soy un "conspiranoico"... aunque sí que existen intereses que alinean voluntades. La ilustración me sirve para evocar ese mundo deshumanizado sin contacto al que parece que nos hemos encaminado.


domingo, 1 de noviembre de 2020

El beso

No suelo leer poesía pero me he topado con este poema de Miguel Hernández cuya belleza me ha deslumbrado y he decidido hacerle un hueco en el blog

                        Te me mueres de casta y de sencilla:
                        estoy convicto, amor, estoy confeso
                        de que, raptor intrépido de un beso,
                        yo te libé la flor de la mejilla.

                        Yo te libé la flor de la mejilla,
                        y desde aquella gloria, aquel suceso,
                        tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
                        se te cae deshojada y amarilla.

                        El fantasma del beso delincuente
                        el pómulo te tiene perseguido,
                        cada vez más potente, negro y grande.

                        Y sin dormir estás, celosamente,
                        vigilando mi boca ¡con qué cuido!
                        para que no se vicie y se desmande.

                                        

Miguel dedica el poema a Josefina.