viernes, 20 de abril de 2018

¿Nos obligan a aprobar a los alumnos?

Hace unos días, a la vuelta de Semana Santa, estaba esperando a la pequeña en la valla del cole cuando se acercan mis amigos Ana y Pedropa y me preguntan casi a bocajarro “Rafa, ¿es verdad que os obligan a aprobar a los alumnos?” Ellos saben que yo doy clase en una universidad madrileña.
Les pregunté la razón de su inesperada curiosidad y me explicaron que habían salido unos días y que en el hotel en el que se alojaron habían conocido a una pareja. Ella era profesora de universidad y les contó lo harta que estaba del acoso que sufría para que aprobara a los alumnos.
Lamentablemente tuve que confirmar a mis amigos que lo que les había contado esa colega es absolutamente cierto. No afecta a todas las universidades por igual pero sí que se ejerce ese acoso en algunos centros. Eso sí, astutamente disfrazado de celo por la calidad.
El mecanismo es taimado. Nadie te dice qué porcentaje de alumnos tienen que aprobar pero si tus actas reflejan una media por debajo de un cierto umbral te obligan a elaborar informes, te someten al escarnio de comisiones de alumnos y no te dejan vivir. Nunca podrás demostrar que te extorsionan ya que ellos se amparan en su desvelo por la calidad docente. Dará lo mismo si los alumnos estudian o no, si los planes de estudios están bien o mal confeccionados e incluso dará lo mismo si en los cursos precedentes se aprobó a los alumnos sin saber.
Argumentan que la universidad ha de ofrecer un retorno social. Es decir, que el dinero que la sociedad invierte ha de producir titulados. Algo así como si fabricáramos coches o ladrillos: tanto inviertes tanto produces. Olvidan que el proceso de enseñanza-aprendizaje se debe dar en libertad y que, por tanto, no está asegurado qué rendimiento va a producir. Máxime si nuestros alumnos vienen de una enseñanza secundaria más que mejorable que les deja ayunos de conocimientos y esclavos de una indolencia intelectual colosal.
Olvidan, también, que el mayor retorno social es lograr titulados que cumplan con las expectativas y no regalar papelitos para colgar en la pared.
Por otra parte, el acoso al profesorado para que apruebe a sus alumnos cercena el derecho a la libertad de cátedra y pone en jaque los cimientos de la convivencia democrática. En mi opinión, una de las funciones más importantes de la universidad pública es la certificación, o sea, dar fe de que los títulos otorgados cumplen con las expectativas haciendo efectivos los principios constitucionales de mérito y capacidad.
Algunos de vosotros os preguntaréis ¿por qué buscan titulados a toda costa? ¿por qué aprobar a chicos que no saben? Muy sencillo: para mantener el sistema. Para no cerrar centros. En el fondo, para mantener el puesto de trabajo aunque sea a costa de defraudar a la sociedad. En España sobran universitarios y sobra tanta plaza universitaria que alrededor de 25.000 quedan sin cubrir cada curso.
Enlazo algunos datos del curso 2013-2014, del curso 2017-2018 y más aquí de los últimos 8 cursos.




sábado, 14 de abril de 2018

El juez Emilio Calatayud y la autoridad

Emilio Calatayud es juez de menores de Granada, magistrado, escritor y conferenciante (y... ¡bloguero!). Es famoso por sus sentencias en las que impone penas basadas en la educación y el trabajo social en lugar de la privación de libertad. También es reconocido su sentido común al abordar los problemas de la juventud, de la vida familiar, la formación en la escuela, etc. Su elocuencia así como su gracia y amenidad han hecho que podamos disponer de multitud de vídeos en Internet con fragmentos de sus intervenciones.
A propósito de mi anterior entrada (La disciplina mejora el rendimiento académico) dejo aquí un enlace a un vídeo de una de sus conferencias. En esta ocasión dictada el pasado mes de febrero en Murcia.

ENLACE (el vídeo dura algo menos de 5 minutos)

Emilio Calatayud