Comentando con otros profesores los ya habituales desatinos en el (des)gobierno de la EPS de la Universidad de Alcalá, lo que hemos bautizado como GPO o Gobierno Por Ocurrencias, alguien habló de la "clase karaoke".
La clase karaoke es un sucedáneo docente consistente en leer diapositivas. Para llevar a cabo este método de enseñanza sólo hace falta disponer de un fichero PowerPoint sobre el tema y un apuntador inalámbrico. Y digo "sólo" (con tilde, que yo soy de los de Pérez Reverte) porque no hace falta profesor: puedes colocar un figurante debidamente adiestrado para dar el pego.
No digo que las diapositivas no sean adecuadas en algunas circunstancias: presentaciones de trabajos, exposiciones del estado del arte, descripciones con imágenes, etc. Sin embargo, se abusa. He visto estupefacto, en la EPS de la Universidad de Alcalá, como daba clase de Física un tipo sentado y leyendo diapositivas, por poner un ejemplito de muestra.
Como las clases de la la EPS de la Universidad de Alcalá se organizan en bloques de 2 horas, imagínese, amable lector, el peñazo que supone asistir a semejante bodrio. Como, además, el profesor karaoke proporciona sus diapositivas en el Aula Virtual, los alumnos no van a clase. Luego se quejan nuestros gestores académicos del absentismo de los alumnos.
Está documentado que dar digestos y resúmenes (lo cual incluye las diapositivas) provoca absentismo y representa un estimulo negativo al uso de bibliografía, pero da lo mismo: las evidencias científicas se aceptan cuando conviene, y si nos vienen mejor las pseudoevidencias, pues nos adherimos a ellas con fruición. De estas cosas hablaba hace unas semanas Nuno Crato, exministro luso de educación, en la presentación del libro Apología del libro de texto (Narcea ediciones) en el que explica como consiguió elevar el nivel educativo de su país.
Ahora bien, los estudiantes se dan cuenta de la trampa. Me contaban ayer que cuando le preguntas algo al profesor karaoke, se nota que no sabe porque vuelve a leer la dispositiva. ¡Penoso!
La aplicación de la LOSU, con la rebaja de carga lectiva a algunas figuras docentes, nos ha traído al profesor sustituto, un nuevo tipo pensado para cubrir desajustes y cuyos candidatos se encuentran entre doctorandos y becarios. La sorpresa ha sido mayúscula cuando nos hemos dado cuenta de que estos doctorandos desconocen por completo los rudimentos del área de conocimiento en la que investigan. ¿Qué investigación están haciendo, pues? ¿Qué les enseñan sus catedráticos? Pero, claro, es que habría que examinar primero a los catedráticos para verificar que se saben la lección. ¡Asombroso!
Ahora bien, estos profesores sucedáneo se sienten muy guays, muy innovadores y están muy contentos de haberse conocido. Y, como Dios los cría y ellos se juntan, ahora se toman un café juntitos para charlar de sus cosas. Vean el cartel.