lunes, 21 de octubre de 2019

Articulitis

Mi padre suele guardarnos recortes de periódico que tienen relación con las disciplinas o los intereses que cultivamos cada cual. Así Bea se encuentra con artículos sobre construcción naval, Rocío acerca de sumillería, Nieves sobre tipografía y yo no me pierdo cumplida información de los últimos premios Nobel de Física.
Leía, pues, el suplemento de ciencia en cuya portada sonreían los premiados físicos y, ya puestos, me tragué la propaganda de relleno que pagan algunos grupos de investigación patrios para presumir. Varias veces me han ofrecido hueco en esas páginas a tanto la palabra pero he rehusado la “generosa” invitación pues no tengo ni dinero ni nada de qué presumir.
La cosa es que me topé con un director de grupo de investigación que proclamaba ufano ser autor de más de 250 artículos de investigación publicados en revistas internacionales indexadas. ¡Qué machote! Si hubiera trabajado 50 años saldría a 5 artículos por año... Sencillamente imposible para una única persona. Albert Einstein publicó 5 en 1905, su annus mirabilis, y nunca más repitió semejante gesta.
Para los legos en la materia explicaré que hoy en día la carrera de un profesor universitario depende íntegramente de que publique artículos de investigación en revistas indexadas, es decir, en revistas de alta calidad y acceso mundial. Esto significa, evidentemente, que la docencia no importa casi nada, es más, se percibe como una pérdida de tiempo. Si nos quejamos del nivel de nuestra universidad aquí encontraremos una causa.
¿Por qué se valora solamente la publicación de artículos? No creo que la explicación sea sencilla pero en mi opinión hemos llegado a este punto de la mano de dos errores conceptuales. El primero es considerar que lo cuantificable es lo único objetivo. El corolario es inmediato: a más artículos más investigación y de ahí, en otra falsa pirueta intelectual, concluimos que a más investigación más calidad educativa. Expresado así creo que resulta palmaria la trampa: lo importante no es la cantidad de artículos sino qué dicen esos artículos. Así lo ve la Justicia, que hace poco más de un año en el Tribunal Supremo sentenciaba que hay que “leer los trabajos para acreditar los méritos de investigación en la Universidad”, es decir, que no vale con contabilizarlos.
Ahora bien, ¿quién se va a leer los trabajos de más de 100.000 profesores universitarios? O mejor, ¿quién está en disposición de evaluar su mérito? Y aquí es dónde opera el segundo error que consiste en establecer la competencia como mecanismo para poner de manifiesto la calidad a imagen de lo que hace el mercurio agregando las pepitas de oro. Se somete a los artículos a la revisión de “árbitros” internacionales expertos en la materia y se concede dinero para elaborar esos trabajos al que pueda acreditar capacidad de publicarlos... y, poco a poco, se tejen madejas de intereses, guetos en los que prosperan unos pocos. Aparecen señores feudales que dirigen grupos numerosos y firman todo lo que se publica, cual derecho de pernada. Se crean revistas donde publican los amiguetes y, en definitiva, lo de la competencia se queda en un bonito decorado. Además de matar la originalidad porque se termina trabajando sólo dónde es “rentable”.
Las sucesivas leyes universitarias han sometido al sistema a una especie de campo magnético que desvía a sus actores de su fin natural que es la búsqueda de la verdad y la docencia atrayéndoles al polo de la publicación de artículos. Los políticos han conseguido que seamos una potencia mundial en cantidad de artículos científicos pero nuestra universidad no enseña... Algo falla.
Einstein publicó unos 25 artículos en toda su vida. Hoy no conseguiría plaza en la universidad española.

revistas

Acerca de la sentencia de Tribunal Supremo referida más arriba, sugiero leer la opinión de Miguel Ángel Aníbarro aquí.

2 comentarios:

  1. Cierto así va la Universidad. Trabajemos bien cada uno en su entorno para que se produzca poco a poco la necesaria transformación de la Universidad

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    1. ¡Muchas gracias, acuario! Estoy de acuerdo en que trabajar bien es necesario pero creo que es igualmente necesario denunciar todo lo que se hace mal. De lo contrario muchos terminan pensando que las cosas deben ser así.
      Pondré en ejemplo. Hace poco me contaba una becaria de investigación con absoluto candor que este curso le habían puesto como objetivo publicar 5 artículos en revistas del JCR.

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