martes, 17 de junio de 2025

Y el catedrático alumbró un libro

Por una vez y sin que sirva de precedente, voy a promocionar desde esta tribuna el feliz alumbramiento de un libro escrito por un compañero. Vaya por delante, que no es un compañero cualquiera. Es el catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática más influyente a este lado del río Misisipi. Al menos eso es lo que él dice de sí mismo.

Muchos estarán elucubrando acerca del contenido y la editorial, y algún malicioso ya habrá torcido el gesto imaginando páginas llenas de fórmulas y alambicados planteamientos sobre control de procesos. Pero no. Se han equivocado de medio a medio. Nuestro ínclito catedrático ha publicado un libro de viajes, emulando a Marco Polo, John Steinbeck, Vicente Blasco Ibáñez, Rudyard Kipling o Jack London.


Iluso de mí, pensaba que alguien que ha alcanzado tales cotas del saber, que posee tantas patentes y que ha dirigido tantas tesis y trabajos de investigación, tendría a bien desasnarnos y procurar que nuestras romas mentes pudieran rozarse, siquiera levemente, con los principios de los sistemas de control. Me equivoqué una vez más. ¿Ciencia? ¿Para qué?

La gente malévola se pregunta si esa pasión por los viajes y la vida internacional que "lo ha llevado a visitar más de 100 países en todos los continentes y a volar una cantidad de kilómetros equivalente a más de 50 vueltas al mundo" no habrá sido pagada con dinero público. No en vano ha sido subdirector de centro, vicerrector de relaciones internacionales y gerente en la Universidad de Alcalá, entre otros momios.

Pensemos que, a día de hoy, los proyectos de investigación y los artículos, con los que se adornan muchos profesores en la universidad, son pagados con dinero público. Dinero público con muy escaso retorno social, pues poco se enseña, y que casi sólo sirve para que medre una casta casposilla de gente mediocre. Si, al menos, publicaran sus conocimientos científicos... aunque para eso hay que tenerlos.

Miguel Ángel Sotelo es el típico "catedrático del siglo XXI", concepto acuñado hace algunos años en un Consejo de Departamento en el que denuncié la proliferación de cátedras de promoción interna y a los llamados "catedráticos de optativas". Allí se me aclaró que un catedrático moderno no tiene que dominar la materia de su especialidad, ni responsabilizarse de la dirección académica de la misma, sino que es, sencillamente, un gestor que "trae dinero".

Visto lo visto, yo diría que DETRAE dinero público en beneficio personal, que es muy diferente.


domingo, 15 de junio de 2025

Los expertos

“Se toman y se pronuncian palabras jóvenes
Hasta dejarlas pulidas y uniformes
Y nadie recuerda
Qué forma tenían y qué significado.”

(Mientras estemos a tiempo)
El tercer sacramento, Ana Blandiana


Hoy en día, hay expertos para todo. De la óptica cuántica a las lenguas precolombinas, y de los gusanos abisales a los tratamientos dermatológicos, cada día se publican noticias en las que algún rutilante perito nos ilustra acerca de cualquier materia, habitualmente para enmendar lo que creíamos saber. ¡Qué zoquetes somos!

Me sorprende mucho que, a estas alturas de la película, haya expertas en trucos de limpieza. Nos hablan de las típicas recetas a base de bicarbonato y vinagre, sin un ápice de rubor por aquello de la sexualización de las tareas. Parece que más vale ser experto en algo que anónimo defensor de la justicia social.

El auge de la "expertez" es proporcional a la devaluación de las tradicionales acreditaciones de diplomado, licenciado, doctorado, graduado o maestro en áreas concretas de conocimiento. Habida cuenta de que la universidad pública se dedica a repartir títulos que de nada valen, pues es bien poco lo que se enseña y menos aún lo que se exige, se multiplican los autoproclamados expertos, buscadores de fama y de dinero, vendedores de humo y milagrosos jarabes.

Ayer, sin ir más lejos, leía lo siguiente en la revista de ISSN: 2952-4075: "[Fulanita de Tal] es periodista, escritora y experta en cultura pop. Esta última etiqueta se la ha puesto ella misma, pero no le avergüenza presumir de titulaciones inventadas." Más claro el agua. Por cierto, en lo de titulaciones inventadas y en la falta de vergüenza coincide con nuestros políticos.

En este tema hay que reconocerlo la Universidad de Alcalá fue pionera. Allá por 2003 publicó su primera (y última) Guía de Expertos. Fue una iniciativa personal del rector Virgilio Zapatero, político del PSOE, defenestrado posteriormente por el (eventualmente) muy afligido Pedro Sánchez. ¡Qué tiempos aquellos en que la universidad era cementerio de elefantes de políticos de renombre! Ahora prefieren recalar en los consejos de administración. ¿Por qué será?

Guía de expertos UAH

La guía, conservada por alguno como un tesoro, es un monumento a la impostura, un testimonio notable de la enfermedad académica, un indicio esclarecedor de la estulticia larvada, que ha eclosionado en nuestros tiempos en toda su inmunda podredumbre. Ya no tenemos sabios, tenemos expertos.

Gracias a las páginas que nos regaló el inefable rector-político descubrimos que él, catedrático de Filosofía del Derecho era experto en Filosofía del Derecho, o que José Blázquez Galaup, un pésimo vicerrector, se declaraba perito en Gestión Universitaria. Podríamos seguir, pero no merece la pena aburrir al lector con la casposa relación de méritos inventados.

La confección del vademécum se realizó por el sencillo expediente de remitir un cuestionario a 755 profesores, de los que contestaron 444, intuyo que algunos por pura indulgencia. Puede que los trescientos que se abstuvieron de participar en semejante chorrada no se consideraban dignos de la "expertez" de la UAH. Por cierto, el listado da fe de la altísima proporción de profesores Titulares de Escuela Universitaria, esto es, sin doctorado, que había hace 22 años, de los que un porcentaje enorme es ahora catedrático (¿de promoción interna?). ¡Qué talento! ¡Qué capacidad de trabajo!

Como nos alerta Ana Blandiana (Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024), de tanto manosear las palabras, terminamos por olvidar su significado original.



lunes, 19 de mayo de 2025

Núcleos inestables

Se cumplen hoy tres semanas del apagón y seguimos sin tener una explicación convincente acerca de sus causas, aunque la ministra competente descartó el ciberataque y confirmó que las desconexiones comenzaron en Granada, Badajoz y Sevilla. Me da la sensación de que hay cierto interés en que la frenética actualidad haga caer en el olvido un tema tan serio como este y me parece muy grave, pues la salud de la democracia no está en pedir el voto cada cierto tiempo, sino en que la acción de gobierno esté presidida por la verdad y la transparencia, como medios indispensables para alcanzar el bien común. Sin información veraz, los ciudadanos no podemos formarnos una opinión fundada y elegir lo que nos conviene: somos manipulados.

Con todo, lo que me más me escandaliza son las declaraciones de Pedro Sánchez sobre las centrales nucleares del día 29 de abril: "Lejos de ser una solución han sido un problema porque estaban apagadas y ha sido necesario desviar a ellas grandes cantidades de energía para mantener sus núcleos estables".

No me declararé experto* en nada, pero soy doctor en CC. Físicas y algo sé de Electrotecnia, del sistema eléctrico y de la energía nuclear. Veamos: cuando un generador, del tipo que sea, se queda sin carga por desconexión de la red o por falta de demanda, inmediatamente hay que detenerlo para que no se deteriore, ya que corre peligro de embalarse alocadamente. Si el generador está asociado a un reactor nuclear, hay que parar la reacción y proceder a enfriar el combustible haciendo circular agua. El procedimiento, más allá de cualquier otra consideración, es de sentido común bajo criterios de seguridad, de durabilidad y de ahorro de recursos. Es lo mismo que sucede cuando apagamos un proyector de diapositivas: realmente no se desenchufa hasta que la lámpara no se enfría suficientemente. ¿Se podría apagar inmediatamente? Sí, claro, pero la lámpara, que es cara, duraría menos.

Así, cuando Pedro Sánchez alude a la estabilidad de los núcleos, dibuja un escenario tan siniestro como ficticio, pero cuando afirma que ha sido necesario desviar energía hacia ellos, miente miserablemente, puesto que las centrales disponen de sus propios grupos electrógenos de emergencia, que entraron en funcionamiento con absoluta normalidad, tal y como sucedió en hospitales y en tantos otros lugares que albergan servicios críticos.

Ciertamente, no puedo conocer las intenciones del Presidente de mi Gobierno, pero es natural intuir que pretende alentar el miedo a las centrales nucleares**. Las palabras han de usarse para manifestar la verdad y si no es así, empieza a oler a chamusquina.

Se habla mucho de si el día del apagón había demasiada generación renovable o no. Sin meterme en cuestiones técnicas, sólo recordaré que las placas solares producen corriente continua y que para conectarlas a la red hace falta un equipo, que se conoce como inversor, que requiere una señal alterna de 50Hz generada en algún otro lugar. Sin ella, las cosas no funcionan. Pues bien, el propio Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 indica en su página 311 que la "generación mínima necesaria [para garantizar la estabilidad dinámica del sistema eléctrico] corresponde a la generación a mínimo técnico de 5 grupos nucleares y 5 grupos térmicos". Es decir, que ya se sabía que un exceso de renovables no garantizaba la estabilidad del sistema eléctrico***.

Usar renovables está muy bien, pero no basta con engancharlas a la red. Es necesario invertir en almacenamiento de la energía sobrante y prevenir sus efectos indeseables, que son de sobra conocidos.

Ni las placas solares son de izquierdas ni las nucleares de derechas. Dejémonos de discursos pueriles y centrémonos en un análisis estrictamente técnico, por favor.


NOTA (17 de junio de 2025):  Esto es como Pentecostés, 49 días después ya tenemos el informe sobre las causas del apagón: Hubo déficit de generación síncrona, es decir, había demasiada fotovoltaica, como consecuencia de que un grupo de generación convencional previsto el día antes, no entró en funcionamiento y el operador de la red no consideró necesario sustituirlo. Así, la culpa se reparte entre Red Eléctrica Española, que planificó mal, y los proveedores convencionales, que suministraron menos potencia síncrona, porque se les permitió, habría que concluir.

Que el informe se haya conocido hoy, con la que está cayendo por la presunta corrupción del PSOE, me hace sospechar que se pretende que pase de tapadillo.

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* Sobre el tema de los "expertos" tendría que escribir una entrada. Ahora ya no hay licenciados, doctorados, graduados o maestros en áreas concretas de conocimiento, sino "expertos", que pontifican a favor del mejor postor, sin que sepamos quién les ha otorgado el título correspondiente o, lo que es peor, habiéndose autoproclamado peritos ellos mismos, tan ayunos de ciencia como empachados de desvergüenza.

** La radioactividad es un fenómeno natural. El granito y los fosfoyesos, por ejemplo, radian y nadie deja de ir a La Pedriza o de comerse un plátano por ello. La radioterapia nos cura. Además, ¿por qué temer a la radiación alfa y no a la electromagnética de nuestros móviles?

*** Si eliminamos la generación nuclear, para conseguir la imprescindible señal de 50Hz. tendremos que quemar gas, emitiendo CO2... o depender de las nucleares de Francia.


miércoles, 5 de marzo de 2025

¡Gracias!

Gracias a todos los que me habéis mostrado vuestro apoyo tras el ruin y cobarde liberticidio que he padecido en los últimos días. ¿Quién me iba a decir que sufriría semejante ataque a la libertad de expresión? Una agresión taimada, artera, desde el anonimato y por la vía facilona de darle al botón de denunciar que ofrece Blogger. Como ya peino canas, puedo asegurar que disfrutamos hoy de menos libertad que en tiempos pasados. ¡Sin lugar a dudas! Pero no es el momento de plantar cara a las bellaquerías. Todo llegará.

Gracias a mis lectores de la Universidad Complutense, profesores y alumnos, que allí también cuecen habas. En especial a Clara, siempre atenta a la última publicación, que ha tenido a bien endulzar las amarguras de la injusticia con el deleite de la pastelería refinada de Casas-Ibáñez. Tengo para mí una teoría no demostrada y seguramente indemostrable de que el grado de civilización de un pueblo se puede medir por el número de pastelerías por habitante.

Gracias también a los seguidores de la Universidad de Alcalá y en especial a mis antiguos alumnos. A Pablo, que se ofreció a ayudarme a trasladar el blog a un dominio propio. Ya lo haremos. El liberticidio ha demostrado que es necesario seguir denunciando, porque la universidad pública ha de estar al servicio de la sociedad, de los alumnos, no de una secta que pretende servirse de ella.


viernes, 14 de febrero de 2025

Autocensura (ex Sonia, la Desvelá)

La entrada Sonia, la Desvelá, publicada originalmente el 14 de febrero de 2025, ha sido autocensurada como consecuencia de sendas denuncias por acoso y amenazas efectuadas a partir del 25 del mismo mes. Dichas denuncias anónimas son absolutamente espurias, pues del contenido de mi comunicación no se puede inferir ningún tipo de hostigamiento, advertencia o intimidación.

Algunos perciben el conocimiento de la verdad como una amenaza, aunque les recordaré, citando de memoria a san Lucas, que "nada hay oculto que no haya de saberse ni nada escondido que no se publique desde los terrados." Podrán borrar mis palabras, pero no acallarán sus conciencias, que les gritan día y noche.

Si bien el acosado he sido yo, pues se ha atentado contra mi libertad de expresión cobardemente, desde el anonimato y sin justificación, el objetivo es que pase desapercibida la pésima gestión de lo público, de la Universidad de Alcalá en este caso, a mayor beneficio de unos cuantos. ¡Nada nuevo bajo el sol!

domingo, 19 de enero de 2025

Cursilerías

La cursilería está de moda y el mundillo académico no iba a ser ajeno a esta forma de afectación. Seguro que habrán escuchado eso de que "formamos alumnos para profesiones que aún no existen". ¡Valiente chorrada! 

¡Pues claro! Siempre que llevamos a cabo una tarea con proyección de futuro, como, evidentemente, lo es la formación de los jóvenes, lo hacemos sin conocimiento del porvenir, pues no somos adivinos, ¡gracias a Dios!

Los cursis, que adornan su intervención en un acto con esta patochada, manifiestan, sin percatarse, su necedad e insolvencia. Como no saben qué decir, acuden a los lugares comunes de la impostada erudición.

Lo único cierto, si queremos formar bien a los chicos para profesiones conocidas o por inventar, es realizar una correcta identificación de objetivos académicos, que habrán de plasmarse en una planificación docente basada, necesariamente, en conocimientos actuales.

Hacinar asignaturas sin sentido o dejar que los alumnos "sean protagonistas" (otra cursilada) de su proceso de enseñanza-aprendizaje, no es más que justificar la indolencia de los (ir)responsables académicos, que abandonan a los estudiantes a su destino, mientras ellos viven del cuento.

Si queremos avanzar en el conocimiento, es indispensable saber lo que han hecho otros, para, desde ahí, seguir construyendo. Pretender ser perito de lo desconocido sin dominar lo conocido, es de cretinos o ilusos.

La cursilería tiene mucho de mentira, postureo y presunción. Enumero algunas de estas falsedades que tanto venden hoy en día:

  • cambiar la didáctica por la pedagogía: en lugar de ofrecer un hilo conductor al estudiante, para que sea capaz de comprender la materia, el profesor que no se la sabe, se centra en los métodos, tan innovadores como ineficaces, atribuyéndoles la gracia de infundir conocimiento por sí mismos
  • confundir burocratización con calidad: sin reparar en el cartesianismo que subyace, muchos piensan que los procedimientos (métodos) aseguran la calidad, cuando lo único que garantizan es el consumo de papel y de tiempo
  • sustituir el estudio por la investigación, y ésta por las publicaciones: después de la docencia, el primer deber del profesor es estudiar, pero muchos se dedican a "investigar" sin saberse la lección y terminan captando alumnos para que les hagan los artículos que publican, sin enseñarles nada
  • desertar de la tiza para emplearse en la gestión: la docencia, como cualquier tarea eminentemente antropológica, es fatigosa, pues nunca está garantizado el éxito completo y, por ello, muchos de estos cursis la abandonan para dedicarse a la burocracia, una manera de entretenerse, aparentando que se trabaja mucho en servicio a los demás
  • los profesores vocacionales: esos que proclaman su llamada, para terminar desertando de la tiza o justificar que no dan ni palo al agua


Los profesores vocacionales

Esta categoría de caradura merece una entrada por sí misma. Apelar a la vocación tiene ese algo de misticismo que siempre atrae al cursi. Evoca una llamada, una misión para la que, normalmente, el comendador otorga los medios. El que dice tener vocación, nos quiere convencer de que ha sido elegido y de que es bueno en lo suyo, pues ha recibido las gracias necesarias para acometer su elevado encargo.

No diré que no haya casos vocacionales, pero la mayor parte de los que se arrogan semejante distinción, son unos farsantes. Además de la vocación, hace falta trabajo, esfuerzo y continua preparación. Se puede haber recibido la llamada para la docencia, la investigación o la interpretación musical, pero si no se trabaja, lo normal es que se caiga en la chapuza.

Algunos de estos embaucadores son unos completos desertores de la tiza y unos vagos redomados, como aquel que en un Consejo de Departamento nos reveló que el auténtico profesor no necesita hacer exámenes, pues ve en los ojos del alumno si ha superado la materia.

Yo, con total sinceridad, me declaro profesor sin vocación.



martes, 17 de diciembre de 2024

Cuando la estulticia se viste de burocracia

Si a un profesor normal le dicen que para dar clase sobre la literatura del Siglo de Oro ha de vestirse como el ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha o que para explicar electrónica digital tiene que disfrazarse de electrón, inmediatamente pensaría que el interlocutor es tonto o que le han tendido una trampa en un episodio de cámara oculta.

Sin embargo, en la Universidad de Alcalá se ha propuesto un grupo de innovación docente denominado “La indumentaria histórica como recurso de aprendizaje innovador e interdisciplinar” que ha sido sometido a la sesuda evaluación del pertinente consejo asesor en convocatoria “oficial” del ministerio, ¡perdón!, del Vicerrectorado de Innovación Docente, de manera que la estupidez se ha sustanciado en acto administrativo, pasando automáticamente del mundo de las tontunas a materia burocrática.

Gracias a Dios, y a algún inusual destello de lucidez, dicho grupo ha sido calificado como “no favorable” terminando, por ahora, el recorrido de la bobada, aunque no deberíamos descartar que en la siguiente convocatoria pudiera salir adelante, porque lo importante es ir preparado al personal, poco a poco, para que acepte la estulticia como genialidad.

Otros grupos de innovación docente no le andan a la zaga: "Inteligencia colectiva aplicada a la evaluación", "Reflexión y coordinación: innovar en la docencia de la telecomunicación", "Retos del docente en ingeniería química y ambiental", "Supremas", "Guadalajara laboratorio real de aprendizaje docente", "Grupo de innovación docente para el compromiso y liderazgo a través de la innovación y la orientación", "Interpretación interdisciplinar de la edad media para la educación en competencias. Hita y su arcipreste", "Enseñando programación para el desarrollo sostenible" (aquí habría que fichar a Begoña Gómez) y un largo etcétera.

El lector ya se habrá dado cuenta de que no hace falta que el nombre del grupo identifique nada razonable, sino que basta con mezclar de una manera más o menos ingeniosa los términos mágicos "innovación" e "interdiciplinar" y los archiconocidos "gamificación", "flipped learning" o "clase invertidaque he evitado seleccionar en la recopilación anterior por manidos para evocar el aroma de la elusiva ciencia infusa y caer rendidos a la seducción de lo novedoso. Todo falso y peligroso cual sirenas de Ulises en la Odisea.


Estos grupitos no sirven para nada y lo sabe todo el mundo, pero en la Universidad de Alcalá son necesarios para superar el programa de evaluación de la calidad docente (DOCENTIA) y por eso hay tanta demanda. Llevamos años innovando en estas bobadas y ninguna se ha trasladado a las aulas, salvo la clase invertida que básicamente se concreta en decirles a los alumnos: tú te lo estudias por tu cuenta y yo vengo a clase a resolver dudas, es decir, a cobrar sin trabajar. ¡Fantástico!

Lo peor de todo es que este culto a la estulticia crea todo un órgano administrativo con su vicerrector y organigrama completo de cargos académicos y servicio de personal administrativo, su Consejo Asesor del Centro de Apoyo a la Innovación Docente y Estudios Online-IDEO (ahí es nada) y toda su parafernalia. Cada curso académico se abren convocatorias de creación, evaluación y seguimiento de grupos de innovación docente y de proyectos de innovación docente, en las que se procesan decenas de expedientes en interminables procedimientos que aseguran el entretenimiento de mucha gente.

Al vestir la estupidez de burocracia se mitiga bastante la natural repulsa que produce este disparate, provocando que caigan más cretinos en sus redes. A final, todo este trabajo en balde, de solicitantes y evaluadores, detrae recursos económicos y personales con el único fin de mantener un teatrillo absolutamente estéril de falsa erudición. Y, mientras, los rectores piden más dinero, porque dicen que no les llega con la financiación pública que se les pasa, sin rendir cuentas, como sería deseable, parapetados en el derecho a la autonomía universitaria. Un descarado y absoluto fraude a la sociedad.