Es evidente que el entrenador del Real Madrid es uno de los hombres del momento, con permiso, claro está, de Carlos Alcaraz, fantástico triunfador del MUTUA MADRID OPEN.
Alguien podría decir que la actualidad tiene muchos más protagonistas. Sin ir muy lejos, los implicados en los polémicos casos de espionaje, pero aquí pretendemos hablar de cosas serias y dejamos el sainete para otros foros.
No nos distraigamos. Las remontadas del Real Madrid este año en la Champions ante PSG en marzo —con tres goles de Benzema y exhibición de Modrić—, frente al Chelsea en abril —con gol de Rodrygo a pase de Modrić en el minuto 80 y de Benzema en el 96— y contra el Manchester City de Guardiola en mayo —nuevamente con goles de Rodrygo y Benzema, en un emocionante final con prórroga incluida—, han convertido a Carlo Ancelotti en un héroe.
Es verdad que esto de las remontadas es marca de la casa y que, durante su brillante y dilatada historia, nuestro querido Real Madrid Club de Fútbol se ha empeñado en convencernos de que no hay nada imposible si hay fe y ganas de luchar. No obstante, algo tendrá que ver el entrenador. No creo en eso de la "flor en el culo" que ya antes se les atribuyó a Vicente del Bosque o Zidane. Para tener éxito hay que trabajar. No olvidemos que Carletto, dejando aparte las remontadas, se ha convertido en el primer entrenador en ganar las 5 grandes ligas.
Ancelotti es un héroe, un héroe tranquilo, sensato, reposado, educado. Su serenidad en el éxito me ha recordado unas palabras suyas a cuenta de un pequeño incidente con Ceballos el pasado mes de enero. Dijo (dixit en latín) entonces: "Esta generación tiene menos respeto a las autoridades".
Lamentablemente, creo que esto es un hecho. Nuestros jóvenes manifiestan, en general y con honrosas excepciones, menos respeto a sus mayores que en épocas pasadas. Lo podemos comprobar en la familia, en la calle y, sobre todo, en los centros educativos a todos los niveles. Y cuando afirmo que a todos los niveles es porque, sin dudarlo, incluyo la universidad.
Aquellos que trabajan en enseñanzas medias me dirán que la universidad es una balsa de aceite en comparación con sus centros, y no les faltará razón, pero en la educación superior también se vive este clima de falta de consideración.
Aunque el comportamiento es una responsabilidad personal, sí que hay cierta correlación sociológica en el sentido de que a menor nivel académico menor es la deferencia con el profesor y/o los compañeros.
Corregir la situación no es sencillo, ya que las causas del problema están enraizadas en etapas anteriores de la educación, pero también es verdad que los cargos académicos no hacen mucho por mejorar las cosas. Hoy en día, el alumno es la "gasolina" de la universidad y sin él todo se para, por lo que nuestros "dirigentes" —entre comillas, puesto que no dirigen sino que se mueven a favor del viento más propicio a sus intereses personales—, aplican la máxima de que el cliente siempre tiene razón.
Sorprendentemente, aquellos que muestran un peor comportamiento son los que más respeto reclaman. Hace poco me contaba un compañero, que sufre continuas afrentas en clase, que le habían puesto una queja por falta de respeto. Más que indignado estaba asombrado. Y este mismo blog da fe de lo que afirmo si se leen algunos comentarios, anónimos, eso sí.
Sin embargo, tengo la teoría de que la palabra respeto, en boca de algunos de estos alumnos, no tiene el significado común. Para ellos, pedir respeto es una manera de gritar que no llegan, que no tienen ni el talento suficiente ni la capacidad de trabajo necesaria para sacar adelante su trabajo. Cuando piden respeto, en realidad, imploran que les apruebes sin esforzarse.
Tengo otra teoría acerca de las causas. Por supuesto que no pretendo hacer un diagnóstico exacto, pero sí ofrecer una primera aproximación al asunto. Estaremos de acuerdo en que esto del respeto se aprende en casa, pero tengo para mí que el ambiente de los institutos es nocivo si queremos cultivar esta virtud.
Me explico. El profesorado ha perdido totalmente la autoridad, habida cuenta de que ni la sociedad ni los equipos directivos les respaldan. La consecuencia es que reina un ambiente de colegueo entre profesores y alumnos, en el que ellos se creen que son los amos. Para colmo, la enseñanza se ha maternizado hasta límites patológicos, como ya expliqué hace algún tiempo en la entrada "Demasiado espíritu maternal". El cóctel produce estudiantes engreídos y convencidos de que son el centro del mundo, inconscientes en muchos casos de que han sido aprobados para que el sistema siga funcionando aparentemente bien.
Está claro que los primeros perjudicados son los estudiantes, pero ellos no tienen recursos para sacudirse esta lacra. Para cuando se dan cuenta de que han sido engañados ya es demasiado tarde.
Carlo Ancelotti |
Ante todo felicitarle por la entrada, planteando un gran debate y espero que no deje de escribir por los lamentables comentarios que recibe.
ResponderEliminarMe gustaría trazar un paralelismo al igual que usted con el fútbol y recordarle del gran éxito que cosechó Zinedine Zidane en el mismo club, con un plantel muy similar que atravesaba una muy mala racha, formado, en parte, por los denominados "millenials", con el que consiguió convertirse en el primer entrenador en ganar tres campeonatos europeos seguidos. Zidane fue criticado por ser cercano a sus jugadores y fue denominado en numerosas ocasiones como un "mal entrenador pero excelente gestor de vestuario". Zidane con ese "colegueo" consiguió demostrar y transmitir a aquellos jugadores por los que no daba nadie un duro, como la ahora estrella Karim Benzema, ideas que los convirtieron en uno de los mejores equipos de la historia.
Es claro y manifiesto que para las generaciones actuales el sentido de la autoridad es completamente distinto a la época de nuestros padres o abuelos incluso para los más jóvenes. Usted lo achaca a los problemas en enseñanzas anteriores de la educación, que sin duda ha perdido un gran nivel, solo hay que ver las clasificaciones actuales sobre calidad educativa en las que España se sitúa a la cola.
En mi humilde opinión y desde mi visión como alumno, se debe a que la sociedad y la educación ha sido incapaz de adaptarse al abrumador cambio que ha supuesto la accesibilidad universal a la información. El profesor deja de ser por decreto una autoridad del conocimiento, que en muchos casos, como sucede, en educaciones previas a la universidad, se limita a leer un libro y repetir las lecciones de los autores del libro, sin realmente educar y transmitir ideas y valores a sus alumnos.
Antes, los profesores, siendo esta autoridad conseguían un poder, que ejercían sobre sus alumnos, aplicando correctivos como podía ser una simple bofetada o un castigo, pero que en muchos casos llegaba a abusos despreciables que mis propios padres sufrieron y me han relatado. Este poder se ha ido perdiendo desde el denominado "mayo del 68" y el respeto se transforma, ahora debe de ganarse y no se otorga por decreto. El respeto que obtiene un profesor muchas veces se basa en su reputación y el trato que él mismo da a sus alumnos, desde el primer día que entra por la puerta. Uno puede optar por obtener el respeto por la vía fácil, con el colegueo y el aprobado fácil por el que optan la mayoría de profesores, o ganándose el respeto, transmitiendo valores, ideas y conocimientos, sin reproches y descalificativos. Esto es muy complicado de realizar y más sin el poder que se tenía anteriormente para corregir al alumnado, que por desgracia en algunos casos y especialmente en los primeros años de universidad, carece de respeto o ganas de aprender.
Ese poder no va a volver y adaptarse debe ser duro y difícil, especialmente si requiere cambiarse a uno mismo y la metodología de sus propias clases, por eso la excelencia, el éxito y el heroísmo está al alcance de muy pocos al igual que en el caso del fútbol como Carlo Ancelotti o Zinedine Zidane. Pocos como ellos son capaces de adaptarse a la situación y sacar lo mejor de una plantilla en la que la mayoría no confiaría, a pesar del sacrificio y trabajo duro que eso conlleva.
Estimado Carlos te agradezco mucho tu interesante comentario. Ojalá hubiera muchos más así, porque es el debate sereno el que nos permite conocernos y avanzar. Tristemente, ese contraste de ideas no se produce ni siquiera en los parlamentos, pero ese es otro tema.
EliminarEn tu escrito apuntas varios asuntos que dan, cada uno de ellos, para unas cuantas horas de charla alrededor de un buen café. No estoy de acuerdo en usar el término "poder" para el profesor ni tampoco creo que mayo del 68 represente verdaderamente un punto de inflexión. Ese mayo está demasiado sobrevalorado. Afortunadamente, yo nunca padecí abusos, aunque es innegable que han existido.
Con todo, la referencia a la "accesibilidad universal a la información" me ha recordado el prólogo de Gregorio Luri en su libro "La escuela no es un parque de atracciones".
Comienza este lúcido maestro, pedagogo y filósofo recordándonos que en tiempos de Google se ha impuesto la idea cursi de que hay que "enseñar a aprender a aprender".
Nada más falso. Que todo esté en Internet (otra idea falsa) no significa que yo lo sepa. Es necesario transmitir conocimientos, formar la cabeza, cocinar la sabiduría en el "fuego lento de los codos". Sin eso, la enciclopedia estará en la nube, pero nosotros seguiremos en las nubes.
Las "autopistas de la información" podrán transportar ingentes cantidades de datos, la innovación y los dispositivos electrónicos nos colocarán a un click de consumir cualquier referencia, pero nosotros seguiremos siendo unos incompetentes. Según el informe PISA 2019, menos de un 9% de los jóvenes de 15 años son capaces de distinguir entre un dato objetivo y una opinión. El corolario es inmediato: estamos creando una sociedad de esclavos, quizá felices (no creo), pero despojados del precioso don de la libertad.
Leyendo tu entrada me pregunto qué opinarás de la Superliga.
ResponderEliminarUn saludo
Estimado lector, lamento no poder contestarte. No soy el oráculo de Delfos, pues no tengo respuestas para todos los temas. Es halagador que otros se interesen por mi opinión personal, pero no tiene sentido hablar de lo que no se sabe. A veces, nos sorprende que los tertulianos televisivos o radiofónicos sean capaces de opinar de cualquier tema, pero intuyo que, además de ser gente preparada, le deben dedicar un tiempo considerable al análisis y estudio de los asuntos. Yo no dispongo de tiempo para formarme una opinión seria acerca de la Superliga. Mi interés en estos asuntos no llega más allá del día 28 de mayo, fecha de la final de la Champions.
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